A mediados de los años noventa, se puede decir que ya no era el competidor inexperto que participaba en los triatlones; la preparación era básica, y sobre todo estar abierto a aprender cosas tan simples como el saber respirar.
Uno de los graves problemas que se tienen en las clases de educación física que se imparte en la mayoría de las escuelas, es que los maestros generan vicios en la respiración de los estudiantes y por ello se da el bajo rendimiento, y las clases se convierten en una tortura para los alumnos.
En esa misma época conocí a Carlos Aarón Komori, a quien debo agradecerle en éstas líneas su paciencia y el amor que le tiene a la respiración porque también hay que aprender y saber respirar en la vida, y por supuesto en una competencia.
Es interesante saber que Carlos Aarón viene de un linaje que podría haber sido emperador en Japón, no obstante sus bisabuelos emigraron a México, donde ya se tiene toda la dinastía impartiendo clases de meditación y de respiración.
Hay tal diversidad de respiraciones con diferentes fines, cada una en los deportes tiene un fin, un objetivo, y es una parte importante, donde el sensei Komori, me ha hecho el favor de enseñarme.
Gracias a saber respirar pude concentrarme en las competencias que demandan un mayor esfuerzo y es que el manejar adecuadamente el funcionamiento de todo el aparato respiratorio, genera que los pulmones tengan el oxígeno que se requiere.
Aclaro, no es el único maestro, recuerdo que en un triatlón en el minuto 45 minutos en los que había transitado por casi un kilómetro y medio de natación, mis pulmones estaban bien, ya no sentía la sofocación del pasado.
Por ello quiero agradecer al buen Enrique coach de los Osos Polares de la Universidad de la Américas por ponerme atención, tenerme paciencia y explicarme una y otra y otra vez la técnica. Lo cierto es que tardé en aprenderla mucho tiempo pero finalmente la desarrollé, la mejoré así las cosas.
En 1996 tuve la oportunidad de enfrentar el triatlón de Veracruz, lo recuerdo con mucho orgullo porque hice dos horas con 46 minutos que es mi mejor tiempo en un triatlón olímpico y parte de la receta fue que nade esos mil 500 metros en 30 minutos pero no solamente en un tiempo razonable, sino que además salí del agua como si fuera a empezar a hacer ejercicio, pero eso fue gracias a Enrique, a la técnica que me enseñó para la natación así las cosas; ese triatlón empezó a las cuatro de la tarde y tuvimos la fortuna de que el cielo estuviera nublado así las cosas, la etapa de la bicicleta y la de correr fueron en un clima bastante agradable, sí fue como terminé ese triatlón en 1996.