Las asociaciones más comunes con la esclavitud suelen ir a referencias como el medioevo feudal, el sistema de encomiendas novohispano o cientos de otros periodos históricos de abuso en la distribución del poder. El concepto nos parece abominable hoy en día, disponer de una persona así ciertamente lo es, aunque nuestras interpretaciones suelen ser hollywoodenses en extremo.
Vejaciones, abusos y todo tipo de violaciones al primero constitucional eran el pan de cada día, pero los esclavos eran inversiones. La población esclava era mano de obra, artículo de lujo, semoviente y fuente de rentabilidad. Puede sonar descarnado, pero como tal había que cuidar las inversiones.
Dirá que el cura Hidalgo lo proclamó desde el movimiento y que Carranza lo plasmó en la Constitución, la esclavitud no existe en México. Y tendría razón, ahora lleva otros nombres, como trabajo.
Una abundancia de humanos, así como un descomunal incremento en la calidad de su vida gracias al sistema industrial, hacen que salarios de uno o dos dólares diarios logren someter los destinos de millones de humanos. Agricultura y el sistema agroalimentario global dependen de estas manos de obra. Las realidades son muchas, en México el trabajo tiene muchos rostros con organizaciones sociales que van desde la parcela familiar al tequio.
No obstante, las labores del campo son peligrosas, demandantes y en muchos casos insalubres, lo que llevó a la Ley Federal de Trabajo a prohibir contratar a menores de edad para dichas labores.
Sin embargo, desde inicios de año salió de la congeladora legislativa la propuesta de la senadora morenista de Los Mochis, Nancy Guadalupe Sánchez, de modificar la mencionada ley para permitir la contratación de adolescentes para esta labor, esto ya aprobado por el Senado.
Las argumentaciones fueron endebles. Se intenta alejar a la juventud del crimen organizado a través de oportunidades laborales. ¿Le suena? Así como para fomentar el recambio generacional del campo atrayendo a los jóvenes.
Es una realidad que existen en este país 700 mil jóvenes laborando en el sector, con una cifra real que se acerca al doble del número oficial, pero hay que preguntarse si esta es la mejor vía para atender a una población tan vulnerable como lo son, no olvidemos que lo son, los menores de edad.
Si la cuestión moral le parece superflua váyase al otro polo, hay que recordar que esto contraviene directamente varias cláusulas del Tratado México-Estados Unidos-Canadá, T-MEC.
El problema es sistémico, el trabajo manual en este país es considerado para una casta menor que no merece condiciones salubres, seguridades sociales y contractuales, o posibilidad de un salario digno; como de esclavos pues. México bárbaro jamás terminó, solo perdió sus tiendas de raya al libre mercado.
Temporal conjura de males
Gracias al método sistémico hemos podido anticipar desde este espacio, y desde semestres atrás, la debacle que está significando la inflación en alimentos y energéticos, la inseguridad alimentaria nacional, y la fragilidad del sistema agroalimentario mexicano. Lo peor está por venir, sin duda, aunque visos de paz en el frente ucraniano podrían aminorar el insoslayable impacto.
Puebla entra en su periodo de sequías y esto convoca males de temporada. Como puntualmente lo documenta Jorge Castillo para este medio, con datos de CONAFOR, Puebla se mantiene esta quincena como la tercera entidad con más incendios en el país; levantando el promedio de la semana pasada de uno diario a casi el doble. Desde la Secretaría de Medio Ambiente Estatal se ha resaltado una reducción en los tiempos de atención a los incendios forestales de una hora a dieciséis minutos.
Tener la tercera mayor cantidad de incendios nacionales no dice toda la historia, por superficies estamos fuera del top 5, ni atender las cosas en un cuarto del tiempo se traduce necesariamente en resolver las cosas; habrá que esperar las cifras finales para no enredarse en la hipnótica danza de los números.