De manera voluntaria, o quizá involuntaria, a López Obrador ya le crecieron sus enanos.
Ahora, debe alternar diariamente con tres nuevos presidentes que poco a poco le irán robando los reflectores conforme avance el sexenio.
El nuevo destape de su paisano Adán Augusto, aceleró —aún más— la sucesión presidencial de 2024 y con ello el final de su mandato.
El lanzamiento de la nueva “corcholata” de AMLO también obligó a otros dos presidenciables a movilizar a sus simpatizantes.
Ahora, además de AMLO, hay tres personajes recorriendo el país, a los que sus aduladores de paga les harán el trillado coro de: “presidente…. presidente…”
Le guste o no, de ahora en adelante AMLO escuchará con mayor frecuencia el cántico pero no se lo gritarán a él sino a sus corcholatas.
Para no ir lejos, ayer en Acatlán, Marcelo Ebrard, fue ovacionado por quienes asistían al mitin de apoyo al candidato de Morena al estado de Hidalgo, Julio Menchaca Salazar.
El hombre que hace dos años se volvió pieza clave en el gobierno de Andrés Manuel al recibir las vacunas contra el Covid, recordó que la selección del sucesor de AMLO será a través de una encuesta, en la que dijo: "Ya estamos ahí, estaremos en la encuesta".
Y por supuesto, el coro de “presidente… presidente… retumbó en el lugar.
El canciller se mostró contento y hasta eufórico durante el evento, sin embargo, habrá que ver cuánto le dura la felicidad, especialmente esta semana, ya que mañana se cumple un año de la tragedia de la línea 12 del Metro de la Ciudad de México.
Pero el exjefe capitalino no será el único que resulte apabullado con los legítimos reclamos de quienes perdieron a un familiar la noche del 3 de mayo o quedaron con movilidad reducida o postrados en una cama.
Claudia Sheinbaum será señalada por el cúmulo de irregularidades en la investigación, cargará con la presión de reabrir la línea 12 en un par de meses como prometieron ella y su jefe político y además se le recriminará por mantener al frente del Sistema Colectivo Metro a una persona sin la capacidad para ello como lo demostró, Florencia Serranía.
Una muestra del rechazo y desgaste que ya enfrenta la jefa de gobierno se vivió en las elecciones pasadas, donde Morena perdió la mitad de las alcaldías de la ciudad, que por años arropó a las huestes de López Obrador. Una de las más icónicas y más rentables: Cuauhtémoc.
Su gira por el sur de la ciudad para anunciar obras por 80 millones de pesos en Xochimilco difícilmente logrará acallar las voces que sobradamente le reclamen la impunidad en la tragedia que dejó 27 muertos y más de 100 heridos.
Así con una corcholata recién destapada –Adán Augusto-, una de reserva –Marcelo Ebrard- y una que ya huele a fermentada –Claudia Sheinbaum-, Andrés Manuel comienza a jugar su sucesión, donde lo más difícil para él será entender que el poder se acaba y que deberá dejar las mañaneras y el Palacio Nacional.
El 19 de abril López Obrador dijo que apoyará a quien tenga los mejores resultados en la encuesta que realice Morena, pese a los señalamientos por opacidad en dichos estudios demoscópicos. Ayer reiteró que no tiene intenciones de reelegirse en 2024, situación que la Constitución Política le impide.
Ahora el tiempo comienza a cobrarle sus primeros dichos y habrá que ver si por una vez en la vida política de Morena la encuesta es realmente transparente y se le permite a los contendientes competir con un piso parejo.
Ya alguna vez Marcelo Ebrard le ganó “la encuesta” a López Obrador, ¿Ahora le respetarán el triunfo o nuevamente se lo arrebatarán en la mesa?
Veremos y diremos.