Hubo un amigo que me dijo que el gobernador Miguel Barbosa, sabe cocinar a fuego lento y bien.  

Y así pareciera.  

Luego de que se reunió con los diputados locales que más han intentado ponerle el pie, pero no han podido, no cabe la menor duda.  

En Casa Aguayo se reunió con Iván Herrera Villagómez, Carlos Evangelista Aniceto y Daniela Mier Bañuelos.  

Más allá de lo que pudieron haber hablado, la imagen dijo más que mil palabras.  

Sólo quedó una ligera duda, ¿Daniela trataría temas de su padre o lo dejaría para mejor momento?  

¿Sería interlocutora

Lo cierto es que el gobernador Barbosa, sigue demostrando que sabe jugar al ajedrez, y bien, sin aspavientos, sin prisa, de manera tranquila

El viaje de Arturo

Una semana antes de ser detenido, el director de Diario Cambio, Arturo R., viajó al estado de Durango.  

Fuentes cercanas nos señalan que aunque no se sabe a ciencia cierta el motivo del viaje, hay que recordar que en la entidad del norte del país están en juego las elecciones a la gubernatura.  

Además, Ignacio Mier Velazco, socio del directivo del rotativo (ahora ya con formal prisión), es el delegado del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en dicho lugar.  

Incluso estuvo por allá el legislador el pasado sábado, aunque no pretendía asistir, pero las circunstancias lo obligaron.  

Como ya lo comentamos, al mismo tiempo que aprehendían a su amigo, se sacaba fotos con el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández y la candidata de Morena a la gubernatura, Marina Vitela Rodríguez.  

¿A qué iría Arturo R., por esos lares?  

¿A saludar a su amigo, si es que estaba ahí?  

¿A saludar a Marina?  

¿A disfrutar el calor?  

A lo mejor un día lo sabremos.

La carta  

Mientras tanto, el periódico Cambio, amaneció con una muy fuerte carta de puño y letra de su director, la cual bajaron de la web casi inmediatamente.  

Sin embargo, siempre hay una captura.  

Señaló en la misiva escrita con el hígado, que ha sido tratado bien al interior del penal de San Pedro Cholula, donde se encontró a Víctor Hugo Islas, quien incluso le regaló un plátano y cenó con otro reo conocido.  

Lo raro del asunto, es que hubo una mano que bajó la publicación a los pocos minutos, la que dicen operó desde una curul.  

Mal quedaron sus frases de que ejercería con su libertad de expresión y sin miedo al gobernador Miguel Barbosa, a quien acusó, sin pruebas (como acostumbra), de su aprehensión.  

Tres Doritos después, se autocensuró o algún amigo de San Lázaro, lo censuró. (Léase Ignacio Mier).  

Ésta historia aún está lejos de acabar.  

Tiempo al tiempo.