La investigación del caso de Cecilia Monzón era una bomba de tiempo que ayer explotó. El esclarecimiento de su homicidio es tan increíble y sorprendente, como resultó para muchos enterarnos el sábado 21 de mayo de la brutal noticia de su asesinato.
A la secrecía que buscaba la Fiscalía se le hicieron fisuras, que terminaron en grietas, y las filtraciones en más de una ocasión terminaron por ser ventiladas en los medios.
En el extremo, el periodista Valentín Varillas lanzó un tuit adelantando por dos horas, la detención de Santiago Bárcena.
Y tal y como se dio por hecho en la citada cuenta de Twitter, el particular de Javier López Zavala fue aprehendido el mismo día que el exsecretario de Gobernación por su presunta coparticipación en el caso Monzón.
Sin demeritar la labor periodística de Varillas, preocupa que esas filtraciones sean la forma de comunicar de una fiscalía.
El Caso Monzón, por la figura de la abogada, por sus familiares, por la intervención del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, por el acompañamiento de las activistas y hasta por los enemigos públicos y privados es un tema de elevado interés público.
Y fue precisamente esa presión la que le urgía sacudirse a la autoridad, sin embargo, el boletín en donde se informa que han “esclarecido” los hechos violentos poco nos aclara.
Además de saber que les falta detener al presunto autor material, es decir, al sujeto que disparó el arma para matar a Cecilia, nos aseguran que el propio Javier habría entregado el arma y la motocicleta y hasta la camioneta a los delincuentes para asesinar a la abogada y después darse a la fuga.
En el “esclarecimiento” de los hechos, nuevamente entrecomillado, surgen dudas que dan paso a ese mal que los mexicanos tenemos en nuestro ADN, el sospechosismo.
Sólo que esta vez, las sospechas causaron un sismo en Puebla. Nuevamente la detención del político se genera en fechas próximas a su boda.
Otra vez una detención se hace pública por trascendidos y filtraciones antes que por la autoridad. También se repite la fórmula de “imputarle” un delito ante la opinión pública durante horas, antes de que la fiscalía aclare la verdadera razón de la detención.
Y por último, nuevamente se mantiene el silencio a los medios de comunicación hasta esperar que amanezca y sea la mañanera el espacio donde se revelen los detalles.
El caso, lejos de lo que la FGE dice en su comunicado está muy lejos de ser esclarecido.
Lo cierto es que los implicados, detenidos y fugados, pueden generar la percepción de ser uno más de esos chalecos que caracterizan a esta institución.
El feminicidio de Cecilia, como el de cualquiera de las mujeres que han sido víctimas de la violencia machista merece un verdadero esclarecimiento, una narrativa de los hechos que no permita dudas, pruebas fehacientes, videos irrefutables y que no se sustenten en una confesión.
Se lo debemos a ella y a las miles de mujeres que siguen esperando una justicia real en nuestro estado.
Y de confirmarse y probarse plenamente que fue el ex candidato a gobernador el asesino de Cecilia, exigiremos que se refunda en la cárcel, aunque no le alcancen cinco vidas para pagar por semejante barbarie.