El problema del PRI no es su nombre, tampoco los colores que utiliza, es más ni siquiera su abollada marca. El problema real del Revolucionario Institucional es que aún alberga a hombres y mujeres que se empeñan en dinamitarlo desde sus entrañas.
Al PRI se le pueden señalar muchos defectos, el de la corrupción es uno de los más recurrentes; también se le pueden aplaudir grandes logros como la creación de instituciones, el Estado de Bienestar y hasta la efectiva operación política.
Sin embargo, en algunos de sus representantes, por desgracia los más públicos, no existe la capacidad de la autocrítica.
Es verdad que a nadie nos gusta que nos suelten las verdades a rajatabla y los mexicanos tampoco somos muy reflexivos sobre nuestras acciones, sin embargo, la cerrazón de quienes se han visto envueltos en escándalos complica el panorama electoral rumbo a 2023 y 2024.
Tratar de desviar la mirada hacia la ilegalidad de las grabaciones y el espionaje telefónico es una manera de evitar lo verdaderamente necesario.
Es cierto, en México estamos cansados de que la violación a nuestras comunicaciones o la intervención a nuestros celulares sea mucho más cotidiano que una calle sin baches. Sin embargo, ese, repito, no es el tema de fondo.
No importa si una vez más Alejandro “Alito” Moreno presenta una denuncia “contra quien resulte responsable” por espionaje telefónico o si vuelve a decir que se trata de audios perfectamente editados en donde se sacan de contexto sus palabras para generar una idea falsa.
Lo grave es que insista en el discurso de que los audioescándalos, que lo mismo incluyen frases como “a los periodistas hay que matarlos de hambre” como reclamos por la falta de utilitarios para la campaña, son revelados para debilitar a la alianza opositora.
Que él no quiera verlo no quiere decir que no exista.
Los negativos en la percepción social que Alito acarreará –en caso de que insista en quedarse al frente del PRI- serán tan altos que en algunos casos aliarse con el tricolor será más dañino que ir solo en una elección.
Si al PRI realmente le interesa volver a ponerse de pie y dar la batalla en las próximas elecciones de 2023 y 2024 tendrá que comenzar por hacer una reingeniería estructural, de lo contrario están más que cantadas las derrotas, porque el discurso del mesías continúa siendo contra la corrupción.
Aunque, en una de esas el propio inquilino de Palacio Nacional se les suma, pues ya lo dijo ayer en lo que pareció un ataque de sinceridad: “Un gobierno sin corrupción no sirve”.
La rasurada de Casique
Después de que Javier Casique fue raspado con el último audioescándalo en contra de Alejandro Moreno, el diputado federal respondió en una entrevista con Fernando Maldonado: “La única poda que conozco es la que dan los peluqueros”.
De esa manera, Casique rechazó que tuviera negocios turbios con el presidente nacional del PRI.
¿Podrán revertir esa imagen?
Veremos y diremos.