Tuve la suerte de discutir sobre bienestar animal con un grupo de empresarios del sector pecuario.

La convocatoria la llevó a cabo la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para el Consumo Animal (ANFACA) y asistieron no sólo sus agremiados sino líderes de Consejo de Desarrollo Agropecuario y Agroindustrial de Jalisco, que preside Andrés Canales —quien, por cierto, es gran aficionado a los toros—, y del Consejo Nacional Agropecuario.

Del diálogo con los líderes pecuarios surgieron hallazgos interesantes.

La mayoría desconocía la filosofía de Peter Singer, que ha dado origen a movimientos animalistas y a organizaciones, que los empresarios calificaron de "grupos de choque", como Animal Heroe.

Estos grupos influyeron en la redacción de una iniciativa de ley de bienestar animal que se presentó en la Cámara de Senadores en septiembre del año pasado (Abreu, R. y Monreal, R., 2021).

Esta iniciativa, conocida como "la ley Monreal", amenazaba al sector pecuario, ponía en riesgo la producción de proteína animal y con ello la estabilidad alimentaria de millones de mexicanos.

Como lo hemos comentado en este espacio en anteriores ocasiones, la propuesta de Singer o Animal Heroe, lejos de bienestar produce la peor ofensa que se le puede hacer a los animales: tratarlos como humanos.

El bienestar animal no es un tema de moda, es una necesidad. No se podrían alcanzar los niveles de productividad actuales sin ofrecer salud y bienestar a los animales.

Un animal experimenta bienestar si está sano, cómodo, bien alimentado, no sufre estados desagradables como dolor, miedo y angustia y es capaz de expresar comportamientos que son importantes para su estado físico y mental (Keeling, et al., 2019).

Esta definición parte de lo que la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) ha establecido como las cinco libertades que los seres humanos deben conceder a los animales con los que interactúan (FAWC, 1979):

1. El animal no sufre sed, hambre ni malnutrición, porque tiene acceso a agua y se le suministra una dieta adecuada a sus necesidades.

2. El animal no sufre estrés físico ni térmico, porque se le proporciona un ambiente adecuado.

3. El animal no sufre dolor, lesiones ni enfermedades, gracias a una prevención adecuada o a un diagnóstico y tratamiento rápido.

4. El animal es capaz de mostrar la mayoría de sus patrones normales de conducta, porque se le proporciona el espacio necesario y las instalaciones adecuadas, y se aloja en compañía de otros individuos de su especie.

5. El animal no experimenta miedo ni estrés, porque se garantizan las condiciones necesarias para evitarlo.

A partir de estos criterios han surgido organismos que verifican el trato que se le da a los animales, como Certificado Welfair. 

También hay una organización europea que realiza una comparación entre los distintos productores de proteína animal conocido como Business Benchmark on Farm Animal Walfare (BBFAW). 

Los ganaderos de bravo son los campeones en el cumplimiento del bienestar animal. No sólo podrían obtener Certificado Welfair y estar a la cabeza del BBFAW, sino que aspirarían a otro tipo de certificados más radicales como Global Animal Partnership que estableció la cadena de supermercados Whole Foods como requisito para vender en sus tiendas.

¿No podríamos blindar a la tauromaquia si los ganaderos de bravo obtienen certificados de bienestar animal? ¿Se atrevería alguien a acusar de maltrato si son organismos internacionales los que validan y certifican el trato y el sacrificio que se le da a un toro de lidia?

El bienestar animal puede ser la clave para proteger a la cabaña de bravo y con ello a las corridas de toros.