En el artículo publicado aquí la semana pasada explicábamos que la llegada de toreros españoles a México a finales del siglo XIX y principios del XX influyó en el establecimiento de normas del toreo "a la española", tan habituales en el país.

Sin embargo, el influjo ha sido bidireccional porque los toreros mexicanos, en sus viajes a España, también han influido en la evolución del toreo. Para terminar septiembre, mes de la patria, vale la pena recordar la trascendencia de la visita de Ponciano Díaz a Madrid.

El toreo se había desarrollado en paralelo en México y España. En nuestro país se mezclaban suertes charras con toreo a la usanza española. Tan era así, que en la primera edición mexicana del tratado de la Tauromaquia de Pepe-Hillo, el editor Juan C. Aguilar le aumentó el uso de la la reata y el jaripeo (Coello, 2011).

Ponciano Díaz viajó a España en 1889 y fue acompañado por los picadores Vicente Oropeza y Celso González,quienes eran hábiles jinetes charros que, junto con su matador, realizaban suertes a caballo (Coello, 2019). Vicente Oropeza había destacado como charro.

En 1894 viajó por primera vez a Nueva York y a otros lugares de los Estados Unidos. Sorprendidos por la destreza con la que floreaba y lazaba, los norteamericanos lo nombraron "Campeón de lazo en el mundo".

Después de su aventura en Europa con Ponciano Díaz, conoció a Buffalo Bill Cody y participó en el espectáculo "Buffalo Bill’s Wild West". Fue inducido al Salón de la Fama del Rodeo en 1975. Ponciano Díaz tomó la alternativa en Madrid el 17 de octubre de manos Salvador Sánchez "Frascuelo" y con Rafael Guerra "Guerrita" de testigo.

En aquella época, los picadores españoles le echaban la vara al toro e intentaban salir huyendo. Vicente Oropeza, en cambio, picaba a caballo atravesado. Dejaba llegar al toro y lo alanceaba.

Guerrita se había preocupado por la técnica y por la evolución del toreo, por ello fue el primero en colocarse de costado, como él mismo lo explicó hablando del toreo a la verónica: "En la posición referida, encontrándose el diestro de costado al bicho y no de frente, tiene más facilidad para dar la salida y para repetir la suerte sin moverse de medio cuerpo para abajo" (citado por Alameda, 1989).

El segundo Califa de Córdoba también intervino en el toreo como espectáculo y para ello influyó en la crianza del toro. Guerrita observó que la forma de picar de Vicente Oropeza permitía aguantar al toro, castigarlo y templarlo. A partir de entonces, exigió lo mismo a sus picadores tanto en la plaza, como en las tientas.

Según lo explica Pepe Alameda, "la visión de que, para ofrecer el nuevo espectáculo que los públicos querían, era necesario un toro más fijo, al que poder llegarle en términos de mayor precisión. "Déjale que enganche", fue un grito a los picadores, para ir logrando aquella fijeza" (Alameda, 1989).

Guerrita interactuó con los ganaderos para que seleccionaran animales más finos, tipo estándar, de líneas redondas y encornadura más reducida (Alameda, 1961).

Paradójicamente, Rafael Guerra no lidió estos toros, pero sí influyó para que esta selección permitirá que, posteriormente, surgiera el toreo de Gaona, Gallito yBelmonte.

El viaje de Ponciano Díaz a España no sólo marcó la primera alternativa de un torero mexicano en Madrid, sino que influyó en la crianza de un toro más fijo que conformó la evolución del toreo moderno.