Si el AMLO de 2006 hubiera sabido que 16 años después, el día de su onomástico una marcha estaría amargándole la semana, probablemente no habría causado los estragos que ocasionó en Reforma durante semanas a hoteleros, restauranteros y en general al comercio, turismo y la movilidad del entonces Distrito Federal.
Pero irónicamente ese mismo López Obrador que tomó la avenida más importante de la capital para montar un plantón es quien ahora monta en cólera cuando se anuncia una marcha.
Sí, el hombre que disfrutó con las fotografías de La Jornada que retrataron un zócalo atiborrado, hoy busca impedir a toda costa, que los mexicanos se aglutinen en la plaza más importante del país y frente a su “austera” morada, en el Palacio Nacional.
El partido de béisbol y el “estadio” improvisado que ya instalan en la plancha del zócalo son el símbolo del autoritarismo de AMLO, un claro mensaje de que se valdrá de cualquier cosa, como en este caso del deporte, para tratar de acallar las voces que defenderán al INE.
El arrebato del presidente en su mañanera del lunes donde lanzó, como suele hacerlo, verdades a medias, frases manipuladas e insultos terminó por ser el combustible que muchas agrupaciones civiles y hasta partidos políticos y líderes sociales esperaban para sumarse a la defensa del INE.
Porque detrás de la frase de AMLO diciendo que “la gente que vaya que sepa que es una marcha, una manifestación en contra de nosotros”, la realidad es que se trata de una protesta contra una iniciativa de él, que no es lo mismo que “contra de él”.
La protesta y marcha que se realizará el próximo domingo en diferentes ciudades del país es para rechazar los cambios que propone la Reforma Electoral de AMLO.
Entre esos cambios están la eliminación de los OPLEs y Tribunales Electorales de los estados, la creación de un organismo que organice las elecciones desde el propio gobierno federal, el recorte de los diputados electos por votos y la desaparición del INE.
Como se observará lo que está en juego son años de avance en materia democrática y ciudadana.
La Reforma Electoral, la primera que nace del partido en el poder, también llega en una pésima fecha, justo antes de la mayor elección a la que nos enfrentaremos en 2024.
Tal cual está planteada, y pese a lo que Andrés Manuel insista en repetir, la Reforma Electoral serviría para perpetuar a la 4T en el gobierno, siendo casi casi un golpe de Estado legitimado.
Andrés Manuel sabe que en esta batalla no le será tan fácil doblegar a los diputados y senadores, como lo hizo la vez anterior con la integración de la Guardia Nacional a la Sedena, cuando lo mismo se desempolvaron expedientes que se prometieron prebendas.
Y si a estas alturas aún se pregunta cuál es la gravedad de que desaparezca el INE, le comento que, de concretarse el capricho presidencial, es muy probable que quienes hoy tenemos edad para votar no volvamos a ver una alternancia política en la presidencia de la República en el resto de nuestra vida.
De ese tamaño es el riesgo que hoy vive el país y por ello todos debemos participar en la batalla para defender el INE; no hacerlo también será tomar partido.