Desde la semana pasada el tema de una posible salida de Ricardo Monreal del bloque lopezobradorista ha caminado a pasos agigantados. Mientras escribo esta columna, el senador, aún pertenece -en los hechos- a Morena, sin embargo, el zacatecano ya tiene un pie fuera.  

La salida de Monreal preocupa y con sobrada razón al presidente Andrés Manuel. El senador no sólo representa un voto o ser el líder de una bancada, cuenta con fieles tanto en la Cámara Alta como en San Lázaro y eso quedó demostrado en las más de 170 firmas de apoyo que recibió de diputados.  

Entre las firmas había rúbricas de panistas, priístas, emeceistas y perredistas, así como de 50 morenistas. Los 50 representantes de Morena son un número clave: representan la diferencia de tener la mayoría aplastante o necesitar el cabildeo hasta para los cambios más pequeños de nuestras leyes. Ni hablar de presupuestos y caprichos presidenciales, como la Reforma Electoral

En breve, Monreal, de la mano del panista Santiago Creel y de Miguel Ángel Mancera, podría estar recorriendo el país bajo el pretexto de hacer una gira para reconciliar a México, es decir, una precampaña nacional con tufo de alianza.  

Una muestra más de la fuerza del senador será la discusión en el Pleno de la Reforma Electoral y la votación. Monreal será el factor decisivo, uno más fuerte que el bloque opositor que podría recomponerse tras la traición de AlejandroAlitoMoreno.  

El inquilino de Palacio Nacional lo sabe, conoce a quien dejó fuera de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México para darle el espacio a su “corcholata” y por ello el apellido de Monreal comienza a causarle escozor.  

La fractura que generará la inminente salida de Ricardo de Morena -y de sus incondicionales- será de tal magnitud que el sismo podría llegar hasta la presidencia del Senado, en donde otro de sus amigos y ahijados políticos, Alejandro Armenta, deberá decidir si atiende a su lealtad con Monreal o sigue con su proyecto político. No caben los dos

¿Cuánto tiempo faltará para el terremoto político y sus consecuencias

Veremos y diremos.

La claridad del PRI

La visita de Claudia Ruiz Massieu ayer a Puebla, para reafirmar que el PRI ahora sí votará en contra de los caprichos presidenciales, también sirvió para revivir la llama del amor con sus aliados políticos: el PAN y el PRD

Ahora habrá que esperar si panistas y perredistas retiran “la pausa” que pusieron al bloque opositor tras la votación en San Lázaro y el Senado cuando se aprobó que la Guardia Nacional pasara a ser parte de la Sedena.

Por lo pronto sus coquetas palabras para “destapar” al alcalde, Eduardo Rivera, permitieron que los panistas volvieran a pensar en la soñada e idealizada alianza electoral.