Acabar con el hacinamiento inhumano que se presenta en las cárceles ha sido el reto de muchos gobiernos tanto a nivel federal como en Puebla. Sin espacios dignos, las Personas Privadas de su Libertad (PPL) difícilmente serán sujetos de una verdadera reinserción social y máxime después de haber pasado 10 ó 15 años en las catedrales del mal.
Esa es la situación real que se vive en nuestros penales. En Puebla, el Cereso de Tepexi de Rodríguez es el más reciente y se construyó en el sexenio de Melquiades Morales, hace más de 20 años.
Desde entonces el número de presos, sentenciados y en prisión preventiva, se ha multiplicado y aunque han aumentado los presupuestos, en la entidad las cárceles y sus habitantes nunca han sido prioridad.
Nadie puede ni debe negar que existen autogobiernos, que dentro de las celdas se dan toda clase de prebendas, que existe toda una industria carcelaria más allá de los proveedores y que las mafias se han enquistado.
Para atender los problemas dentro de las cárceles no basta con hacer cambios de director, aunque claro que es importante renovar a los mandos y más si éstos se han corrompido. Se debe ir al fondo, por ejemplo, conocer el concepto con el cual se construyeron los centros penitenciarios, trabajar en un verdadero sistema de reinserción, agilizar los juicios para garantizar que quienes están recluidos realmente cuenten con una sentencia y que no pasen 8 ó 10 años antes de que un juez termine por decirles: “usted disculpe”.
Difícilmente podremos hablar de reinserción social sin empleos dignos, sin espacios limpios para dormir o baños con las mínimas condiciones de higiene.
Cuando obligamos a una parte de la sociedad a dormir colgada con sábanas o en colchonetas compartidas e infestadas con chinches, lo único que estamos generando es una sed de venganza, rencillas y resentimiento contra la propia sociedad. Exactamente lo opuesto a lo que, en teoría, se debería alcanzar.
De ahí que el anuncio realizado ayer por el gobierno estatal sea tan relevante.
Y aunque no todo está perfecto, porque la idea de mandar a las mujeres recluidas en San Miguel a un Cereso hasta Ciudad Serdán las condenará prácticamente al olvido, el proyecto global parece ser un primer paso muy importante para mejorar las condiciones de las PPL.
El anuncio sobre la edificación de cinco módulos en el Cereso capitalino, junto con la rehabilitación de redes eléctricas y de drenaje; el fortalecimiento de la seguridad, a través del uso de la tecnología, en Tepexi de Rodríguez; y la conversión de la cárcel de Ciudad Serdán en un penal femenil, donde las mujeres puedan vivir con sus hijos; son parte del ambicioso proyecto que está en marcha y que a todos debería importarnos.