Mientras el balón sigue rodando en el Clausura 2025, en las oficinas del Ajusco ya se juega otro partido. GRADA revela este martes que TV Azteca tiene en marcha negociaciones para vender al Club Puebla en su totalidad, sin conservar ni un solo punto porcentual de las acciones.

Quienes están sentados en la mesa son empresarios poblanos de trayectoria conocida, especialmente en el sector inmobiliario, con el respaldo financiero suficiente para sostener un equipo de Primera División, aunque también se habla de un personaje muy cercano a uno de los hombres de mayor poder en Puebla. Tan avanzadas van las pláticas, que esta misma semana se intercambió información financiera clave, como las nóminas actualizadas del plantel.

Y más allá del dinero, hay un factor que mueve fichas: el aval político. El grupo interesado cuenta ya con el visto bueno del gobernador Alejandro Armenta Mier para asumir las riendas del club. No es un secreto que, en Puebla, ese tipo de operaciones, más que capital, requieren del apoyo desde Casa Aguayo.

El cambio de manos podría concretarse al terminar el Clausura 2025. Pero ojo, esto apenas comienza. Porque si algo han enseñado el fútbol y la política poblana es que ningún partido se gana hasta que suena el silbatazo final.

Fiscalías “digitalizando” su verdad histórica

La Fiscalía de Jalisco intentó hacer historia en el caso del Rancho Izaguirre, pero lo hizo de la peor manera posible. En lugar de ofrecer a las familias de personas desaparecidas una herramienta digna, humana y funcional, optó por montar una base de datos en Google Sheets, el excel de Google, como si se tratase de un ejercicio escolar cualquiera.

Los más de mil 750 objetos hallados en el centro de exterminio y entrenamiento forzado no fueron tan relevantes, para la autoridad, como para contar con un respaldo institucional. La hoja de cálculo se hizo desde una cuenta improvisada de Comunicación Social, informal, como quien quiere cumplir con una tarea más.

Olvidando que el fondo es forma, imagine usted el dolor de una madre, de un hermano, de una pareja, que recuerda con precisión la playera que llevaba su ser querido la última vez que lo vio. Ahora súmele el viacrucis de tener que abrir una hoja sin filtros, con cientos de imágenes mal organizadas, que deben descargarse una por una, para cerciorarse de que esa prenda, ese zapato o esa mochila era la de su ser amado.

Para darnos una idea, piense en tener que recordar la última playera que usó un ser querido. Descargar una a una las 168 camisetas y comenzar a descartar una por una. Todo porque las autoridades son tan displicentes en este dolor como en todo lo demás.

Ese es el nivel de sensibilidad de nuestras autoridades: nulo. Y en esa displicencia es donde reposa buena parte del hartazgo social, de la desconfianza, del coraje.

Lo más insultante es que la supuesta “complejidad técnica” de hacer una plataforma adecuada fue desmontada en menos de 24 horas por un activista civil, Ángel Abundis. Él, con voluntad y sentido común, creó una herramienta que permite filtrar por tipo de prenda, color, talla y marca. Lo que para la Fiscalía parecía imposible, para un ciudadano con compromiso fue cuestión de voluntad.

Mientras tanto, desde el gobierno estatal de Movimiento Ciudadano nadie da la cara, y desde el federal —a cargo de Morena— prefieren guardar silencio, aunque las cifras de desapariciones sean una herida abierta que sangra todos los días.

La desidia no tiene partido: PRI, PAN, Morena o MC, todos han sido omisos en la tragedia de los desaparecidos. Ninguno ha construido una política real de búsqueda, ni ha querido meter las manos en un problema que no da votos, pero sí exhibe las miserias del Estado.

En el caso del Rancho Izaguirre, esa cadena de irresponsabilidad se vuelve evidente: la federación calla, el estado improvisa y los municipios se deslindan. En ese vacío institucional, son las familias —una vez más— quienes tienen que organizarse, buscar, construir herramientas, y sostenerse unas a otras, porque el gobierno, sin importar el color, hace tiempo que renunció a su deber.