Por paradójico que parezca, la Constitución ha estado vinculada a la fiesta de los toros, y pese a que el promulgador de la Constitución Mexicana, Venustiano Carranza, había prohibido las corridas de toros, se aprovechó el asueto del aniversario de la promulgación para inaugurar la Plaza México en 1946.

Además, a partir de la década de los años noventa del siglo pasado, la del 5 de febrero era la corrida más importante del calendario taurino mexicano, y en este fin de semana que se celebra un aniversario más tanto de la Constitución, como de la plaza de toros, vale la pena repasar algunas de sus ideas nos permiten poner en perspectiva lo que sucede en la actualidad en México y luchar por la defensa de nuestras costumbres.

Uno de los pensadores modernos que dedicó parte de su obra a la importancia de una constitución fue Friedrich Hegel. 

Hegel publicó "la Constitución Alemana" en 1802 en donde escribe sobre la decadencia del Imperio Romano-Germánico de aquella época. Para Hegel la sustancia del Derecho es la libertad humana. John Rawls explica que "Hegel cree que el hecho de que la constitución moderna permitió el ejercicio de una plena libertad en la sociedad civil, le brindó fuerza al Estado; con la condición de no perder de vista nunca lo universal (lo colectivo), los intereses de los ciudadanos fueron reconocidos y priorizados por ellos en su vida pública" (Lectures on the history of moral philosophy. Harvard University Press, 2000, página 356).

La Constitución es, ante todo, un sistema de mediación que debe ser extraído de las costumbres de un pueblo. Según Hegel, una constitución teórica solo puede ser real en la medida en que sea el reflejo de una ley que se vive en la práctica: una ley inseparable a la vida de una comunidad.

El concepto hegeliano del Estado era una formación política, histórica, cultural, moderna, racional, sujeta a las leyes y no a la voluntad arbitraria de un déspota. 

En su "Filosofía de la Historia", Hegel explica que una constitución no puede quedar sujeta al capricho de cambiantes voluntades, por más poderosas que estás sean, ni a la decisión racional de un soberano, por más fundada que esta sea.

Esto deja claro que lo que han hecho los jueces en la Delegación Benito Juárez con la Plaza México es una arbitrariedad tiránica. 

Para Hegel, ni la constitución, ni las leyes, preexisten a la sociedad que sirven, por el contrario, devienen de las costumbres que han estado permanentes a través del tiempo y han permitido el progreso de la comunidad.

Más de siete décadas con la Plaza México y cerca de quinientos años celebrando corridas en la capital del país, son prueba de que existe una tradición vinculada con la ciudadanía y, por lo tanto, debe ser protegida por la Constitución y por las leyes. 

En este 5 de febrero, los aficionados capitalinos estarán recolectando firmas que servirán de base para una iniciativa ciudadana que proteja la libertad, la ecología y la realización espectáculos taurinos.

Tal como lo propone Hegel, con estas firmas, los taurinos de la Ciudad de México querrán convertir en ley la usanza que ha unido a miles de familias mexicanas.

Nos llena de esperanza que la empresa que administra la Plaza México participe en forma activa en esta diligencia, de esta manera podrán terminar con la especulación de que un proyecto inmobiliario los hace cómplices de los magistrados que en forma arbitraria, anticonstitucional y tiránica mantienen cerrado el Coso de Insurgentes.