El fin del fatigosísimo Guadalupe-Candelaria –si le dicen que es hasta Reyes aléjese de esas malas influencias– trae a nuestras mesas a uno de los más ilustres personajes de la única 4T en la que todos los mexicanos concurren: tacos, tortas, tamales y tostadas.
Los tamales, pese a ser un espectacular patrimonio cultural con más de 500 variedades en nuestro país, cargan con el falsísimo estigma de ser engordadores. Que hacen tripa pues. Claro, si lo fríe en manteca y lo pone en un bolillo algunos gramillos sí subirá, pero tampoco es para tanto.
No obstante, en este día de la Candelaria más de una familia hizo de tripas corazón, puesto que los tamales no se escaparon de la mentada inflación. Un tamal de catorce pesos –imagine uno normalito de rajas o salsa– este año lo vimos en diecisiete, si bien le fue.
La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) estimó la subida entre 22 y 33 por ciento. Ni con un buen champurrado se pasa ese mal trago. ¿Tamales del bienestar?
En sumas entre el tamal, el atole y varios platillos más, los mexicanos vamos comiendo al año unos 355 kilos de maíz. Muy lejos de los promedios de hace unas décadas, pero aún suficiente para ser el cimiento de nuestra alimentación.
El maíz ha sido un tema de controversia este año, entre el impuesto de 50% para la exportación del maíz blanco (el de consumo humano y del que somos autosuficientes) y la propuesta de prohibir la importación de maíz amarillo biotecnológico (el de consumo animal y del que no somos autosuficientes).
La polémica se vuelve más confusa cuando vemos que el gobierno permitió la entrada de maíz blanco transgénico de Sudáfrica el año pasado. Como seguido le comento, en este gobierno la congruencia es difícil de encontrar por algún lado.
Una caladita con el gran león de oro.
Sin el sector restaurantero la agricultura nacional no tendría un espacio donde generar valor, es ahí donde el intercambio de servicios produce riqueza.
Por esta razón, el decreto que prohíbe fumar en diferentes espacios resulta tan dañino para toda la cadena agroalimentaria del país. Especialmente para bares y restaurantes, como bien lo comentó la talentosa Lety Torres con Carlos Azomoza, presidente de la CANIRAC Puebla, en el espacio “Tet a Tet” de la familia Intolerancia.
Quien escribe esto rehúye al tabaco y reconoce las terribles afectaciones a la salud por su consumo, pero también defiende el derecho al libre desarrollo de la personalidad. Así, celebro la suspensión que recibió la célebre cantina El Gran León de Oro –en la CDMX– para que no se le aplique el decreto.
Pasado mañana se tendrá la audiencia que determinará si la suspensión será definitiva o no, lo que sentaría poderosa jurisprudencia ante un decreto que –ilegalmente– rebasa lo que dicta la Ley General para el Control del Tabaco. Un decreto que ideó el presidente, enojado por encontrar al más joven de sus hijos gozando de una intoxicación nicotínica. Que como menor de edad ande en esos pasos será reflejo de otra cosa. Cof, cof, puf, puf.