En la intentona de ganar la simpatía del electorado, algunos legisladores han comenzado a lucrar con cuanto se les ocurre. Nacho Mier, por ejemplo, mantiene la vela encendida sobre una reforma que le puede generar muchos adeptos por el populismo que incluye: la reducción de la jornada laboral.
Recortar de 48 a 40 horas la jornada laboral suena atractivo casi para cualquiera, tener dos días seguidos de descanso, como vende el morenista la reforma, sin duda es una oferta bastante tentadora.
Sin embargo, la reforma de la que se está colgando Morena y con la que Mier trata de ganar simpatías, podría enfrentar muchas complicaciones al momento de implementarse.
Para empezar, habría que preguntarnos si esta medida realmente podrá garantizar el aumento de la productividad en el país, un indicador que no hemos mejorado desde hace décadas.
La promesa mesiánica, que terminaron por bajar los propios morenistas “porque ya no había tiempo para que el Senado la aprobara”, creará una mayor informalidad en el empleo y claro, costos para las empresas micro, pequeñas y medianas que al final, son quienes realmente sostienen la economía del país.
Es obvio que las trasnacionales, con su nivel de trabajadores, podrán ajustar los horarios para que todos sus asociados gocen de dos días seguidos de descanso cada semana, pero ¿qué sucederá con el sector de servicios, como los pequeños restaurantes que cuentan con una plantilla laboral muy ajustada?
La respuesta es sencilla, deberán decidir entre sacrificar un día de trabajo (e ingresos) y la contratación de otro trabajador, una medida que sin duda pondrá en el filo y hasta en la quiebra a más de un emprendedor.
La reforma que Morena buscará capitalizar como un beneficio para los trabajadores podría convertirse en un bumerán debido a que una vez más, apuestan por el populismo, antes que por una verdadera iniciativa que incluya soluciones al México real, ese que se encuentra a años luz del Palacio Nacional.
Por lo pronto, Nacho Mier presume que ha tratado el tema con el propio Andrés Manuel en su búsqueda de “caerle bien” a más poblanos.
No es el único y en próximos días veremos, sin duda, a otros presidentes municipales, diputados, regidores y servidores públicos que lo mismo traten de recabar votos con la entrega de despensas, servicios médicos, juguetes, plásticos o cualquier idea que se les ocurra.
¿Pues no que eran diferentes?