Entre 2013 y 2014 los diputados perredistas respaldaron con todo, la privatización del servicio de agua potable por 30 años, a través de la concesión a Agua de Puebla.
En esos años ninguno contradijo a Rafael, todos agacharon la cabeza y lejos de ser un contrapeso se mostraron como empleados del morenovallismo.
En frente, organizaciones sociales, investigadores, activistas y académicos advertían de los riesgos y protestaban, pero los coordinadores de los diputados del PRD, primero Ignacio Mier Bañuelos, y posteriormente Carlos Martínez Amador, no escucharon ninguno de los argumentos.
Se olvidaron de la izquierda, de defender la economía de los menos favorecidos y de impedir las privatizaciones de servicios básicos como el agua potable.
Ayer, cuando Carlos Martínez anunció que el PRD realizará una consulta ciudadana “casa por casa”, para tener elementos y revocar la concesión, el presidente se vio entrampado en su propia incongruencia.
De entrada, se molestó ante los cuestionamientos de los reporteros, quienes le recordaron que hace una década su partido avaló la propuesta.
“No podía predecir el futuro”, dijo el perredista a nuestro reportero, mismo que le insistió en que en su momento se les había advertido, a lo que atajó: “ya respondí”.
Es verdad que uno no tiene una esfera de cristal o que el perredista no es adivino, pero habría bastado con que leyera el contrato leonino a favor de Agua de Puebla o escuchado a quienes trataron de hacerle entrar en razón.
Intentar hoy cambiar o cancelar la concesión con Agua de Puebla resulta muy complicado, por los candados que en dicho contrato colocaron. La presumida consulta ciudadana no deja de ser un mal chiste.
Aunque el cien por ciento de sus encuestados le digan que la empresa no cumple con mejorar la infraestructura, dotar de agua a sus clientes, entregar un líquido de calidad y tener cobros justos; poco o nada podrá hacer con esa información.
Martínez Amador es hoy el presidente de un partido que no tiene representación legislativa y que anda en campaña… aunque sabe que al final tendrá que bajarse y negociar algún espacio.
Si a Carlitos realmente le hubiera interesado la sociedad, no habría esperado a que corrieran los tiempos para seleccionar candidatos.
¿O no?