Hacia finales de abril le comentaba el muy lamentable caso de un linchamiento en Santa Rita Tlahuapan, donde la comunidad linchó a Apolonio N., quien por pura hambre había hurtado dos brócolis de un campo de cultivo. Linchamiento de golpear viciosamente y prenderle fuego en vivo, de esos.

La Fiscalía General de Justicia del Estado de Puebla detuvo a dos personas como proceso de la investigación. Habitantes de San Miguel Tianguistenco, la comunidad de Tlahuapan, respondió el viernes tomando la carretera México-Puebla a la altura del puente de San Cayetano. La afectación se sumó a un accidente previo, bloqueando la circulación de la vía más importante de nuestro estado ¡por más de 15 horas!

Este suceso, que trastocó la vida de decenas de miles de mexicanos, fue tibiamente atendido por las autoridades competentes. Vaya carta de presentación para Julio Huerta, suspirante estatal y secretario de gobernación –dependencia encargada de la gobernabilidad del territorio–, para el Consejo Nacional de Morena del día de ayer.

¿Debería de haber negociaciones o diálogo con expresiones así? Las pérdidas de tiempo, dinero y esfuerzo son palpables, pero es cierto que en muchos casos las autoridades se niegan a atender sus responsabilidades o las causas son “justas”. Sin otorgar razón en el Caso Brócolis.

Tome como ejemplo una serie de bloqueos que amenazan para el día de mañana, presumiblemente en más de veinte estados, por exigencias sobre el precio y volúmenes de compra del gobierno de maíz y trigo. Lo que está en juego no es poca cosa. Tan solo en Sinaloa el maíz es un negocio de 48 mil millones de pesos.

Los agricultores se quejan profundamente de que cosechar cultivos como maíz o trigo se ha vuelto incosteable, y se llegan a perder miles de pesos por hectárea por los incrementos en los insumos agrícolas. Y que el gobierno no paga bien, ni compra la producción total; además del verdadero problema. Una pésima capacidad para planear y operar.

Todos los productos derivados de trigo –pan, tortillas y galletas– han subido un veinte por ciento dentro de la espiral de inflación que todos vivimos, aunque los productores del campo reciben una rebanada muy delgada del pastel.

De una tonelada de trigo salen unas mil doscientas barras de pan. Si las vende a cincuenta estará embolsando sesenta mil pesitos. Mientras, el productor recibe cinco mil quinientos. Entra en la discusión la inversión y el riesgo de quien produce el pan, pero por mientras los productores no alcanzan a hacer rentable la actividad.

El martes pasado vimos a los productores de Sonora apropiarse del Zócalo de la CDMX. Y hace un mes tomar las inmediaciones de la Secretaría de Agricultura (SADER). En ninguno de los casos sus exigencias han sido atendidas. ¿Es esto razón suficiente para tomar las carreteras, instalaciones de PEMEX, aeropuertos y demás infraestructura nacional, como lo tienen amenazado? Chance y por ser sobre la soberanía alimentaria el presidente lo permita, ya veremos.