Las nuevas plagas bíblicas han llegado y el cambio climático galopa trayendo consigo calamidades que harían ver a las diez plagas de Egipto como un juego de niños. O quizá sí es de niños, porque una de las nuevas plagas son chinches.

En estos días la máxima casa de estudios de la UNAM suspendió clases presenciales en múltiples espacios ante la invasión de este insecto. E invasión en toda palabra.

A los hemípteros, que se registraron primero en la Facultad de Química, se les encontró también en Ciudad Universitaria y las Facultades de Estudios Superiores. Democráticamente las chinches también cerraron el campus central de la UACM, atacaron el CETIS 9 e irrumpieron en la Línea A del Metro.

Con todos estos lugares cerrados y en proceso de fumigación cabe preguntar porqué tanta alharaca sobre unos insectos de pocos milímetros.

Las chinches son hematófagas. Al picarnos por nuestra sangre dejan, además de escozores, sus minúsculos excrementos, donde encontramos múltiples patógenos listos para infectar. La enfermedad de Chagas, que puede causar trastornos cardíacos y conducir a muerte súbita por los parásitos instalados, se transmite vía chinches.

Pudiera pensar en algo de mala higiene en la UNAM –que seguro sí– pero el cambio climático genera más y más amplias ventanas para que muchas criaturas se reproduzcan de manera atípica.

Francia vivió un veranillo anormalmente cálido, creando condiciones para que las chinches se reprodujeran. La capital francesa lleva un mes en crisis, con una de cada diez casas parisinas con presencia de chinches, así como en metros, trenes y otros espacios públicos. Su problema está tantito peor teniendo las Olimpiadas en meses.

Este es un pequeño ejemplo con efectos casi despreciables, aunque la realidad ya nos dio una probadita del fundamento histórico para la octava plaga de Egipto.

Las langostas –un grillo híper voraz– dejan sus huevos en la tierra todas a la vez, esperando años para las condiciones ideales de humedad, salir todas de golpe y repetir. Para 2020 una serie de sequías e inundaciones anormales redujeron estos tiempos, eclosionando por toda África enjambres de 40-80 millones de insectos, que cuando vuelan cubren un kilómetro cuadrado de cielo. Cada una de estas nubes consume al día el alimento de 35 mil personas. Nosotros, como los faraones de antaño, nos aferramos esperando la última plaga.

Reto RAMSAR de la BUAP

El martes, un día antes de su segundo informe, la rectora Cedillo colocó la primera piedra de la nueva Ciudad Universitaria. El Ecocampus Valsequillo llevará en el nombre el reto, pues se construye en una zona de humedales RAMSAR. Los sitios Ramsar son llamados así por el lugar en Persia donde se firmó el tratado UNESCO que protege los humedales, espacios vitales como ecosistemas o líneas de defensa ante un clima extremo.

La rectora, en una atención personal, agradeció a la titular de Medio Ambiente estatal, Beatriz Manrique, por las gestiones para instalar un campus que representa una oportunidad de recuperación al ecosistema de Valsequillo. El reto es enorme, pero la BUAP ya demostró su seriedad al comprometerse como institución a conservar la flora y la fauna por 99 años. Enhorabuena por el nuevo patrimonio medioambiental.