No importa la cantidad de bardas que pinten en estos días las corcholatas, tampoco los espectaculares que manden colocar ni siquiera sumará el número de eventos públicos, reuniones privadas o mítines que realicen en los próximos días.

La faena está hecha y de aquí al 30 de octubre, cuando se conozca el nombre del “candidato de Morena”, ya nada podrá sumarles puntos a las corcholatas.

Si bien se escuchará la opinión de Claudia Sheinbaum y hasta de gobernadores emanados de Morena, como en el caso de Puebla, lo cierto es que al final, él o la ganadora de la encuesta en nuestro estado, y en las otras ocho entidades que tendrán elecciones locales, será decidido sólo por un gran elector: el inquilino de Palacio Nacional.

El presidente López Obrador y sólo él, determinará con cuáles personajes quiere jugar en el 2024 y máxime en estados como Puebla, que aglutina un padrón electoral importante y de relevancia para su sucesión.

Teniendo claro que para Andrés Manuel lo más importante es retener la Presidencia de la República y después lograr una mayoría aplastante en el Congreso de la Unión, debemos entender que las decisiones que se están tomando desde la federación no se hacen pensando exclusivamente en nuestro estado, se realizan observando un tablero nacional.

De ahí que los nombres de los seleccionados desde la federación para “jugar” en la encuesta de Morena, sean dos, tres, cuatro u once, poco importarán en la decisión.

Al final, Andrés Manuel elegirá a su “coordinador” por simpatías o quizá con los datos reales que le ofrecen encuestas que sólo conocen en el Palacio Nacional.

Y mientras eso llega las dudas son varias, por ejemplo, ¿cuándo presentarán a las y los siguientes participantes de la encuesta local?, ¿cómo realizarán la operación cicatriz para evitar que con este proceso interno, que ha sido todo un desgarriate, Morena termine por destruirse desde adentro?

¿Podrán los morenistas sobrevivir a la imposición de Andrés Manuel?

Veremos y diremos.

El avión, el avión

Resulta increíble que todos los especialistas y autoridades federales involucradas en la salida de un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, para traer a los mexicanos varados en Israel, hayan olvidado ponerle combustible a la aeronave o peor, que hayan tenido que regresarla para hacerle una recarga mayor porque olvidaron considerar el mal tiempo en las variables del vuelo.

De ser ciertas estas versiones, estaríamos comprobando que para los temas que sí le importan a Andrés Manuel, como el caso de proteger a Evo Morales, la logística opera de manera inmediata e impecable, pero cuando se trata de repatriar a connacionales en peligro, entonces, el viaje no es tan urgente.

El Boeing 737-800 de la Fuerza Aérea Mexicana despegó desde el AIFA y de acuerdo con el plan de vuelo realizó una primera escala para cargar combustible en Gander, Canadá; después se efectuará una segunda parada en el Aeropuerto de Karen, Irlanda. Habrá una tercera pausa en Anatolia, Turquía; y finalmente llegará a Tel-Aviv, Israel.

Otra aeronave que también traslada ayuda humanitaria y traerá de regreso a mexicanos realizará el mismo tour.

Y sólo por recordarlo, el avión presidencial, ese que primero se rifó y después se vendió a precio de remate podría haber realizado el recorrido trasatlántico sin escalas para recargar combustible.

Esos son, los “otros datos”.