Primero la mañanera, el espacio donde el inquilino del Palacio Nacional se adueña de la agenda mediática; donde se dice y se hace lo que él quiere.

La mañanera de ayer miércoles comenzó con retraso, uno de los más grandes que ha tenido en estos años.

Andrés Manuel no cedió su espacio ante medios para adelantar su salida o utilizar esas valiosas horas con luz de día para llegar a la zona cero de Acapulco, donde el desastre, pese a la incomunicación era evidente.

De las dos horas que duró, destinó una para reiterar su pleito con el Poder Judicial y un espacio más para su amada sección ¿Quién es quién en las mentiras? Para Acapulco y la tragedia, 15 minutos. De la devastación nada dijo, un escueto “no sabemos” respondió ante la pregunta sobre posibles víctimas o los daños en el puerto.

Ya por el mediodía y ante la presión en redes sociales, el presidente tomó su camioneta negra y decidió ir a Acapulco por tierra. Así comenzó el viaje de pena ajena.

Él mismo había anunciado que las carreteras estaban intransitables, pero se lanzó a la aventura. A medio camino le tuvieron que decir que era imposible continuar. Entonces esperó un vehículo militar, que terminó varado en el fango. Intentaron remolcarlo, hacerlo caminar en el lodo, pero el automotor no avanzó. Fue entonces que Andrés Manuel tuvo que caminar y ensuciar el traje que traía puesto.

Todo mal.

Si se tratara de una película cómica sería de lo más taquillera, pero estamos hablando del hombre que dirige a todo un país. La imagen del presidente de la República sentado en un vehículo militar que quedó varado en el fango es la representación gráfica de su gobierno.

Existen helicópteros militares que podrían llevarlo a una zona cercana a la costera. El uso de estas aeronaves se ha hecho en todos los sexenios cuando los desastres naturales han causado estragos. Pero el ego y el narcisismo de López Obrador le impidieron escuchar los consejos.

A diferencia de otras ocasiones, el presidente de la República (léase la persona que porta la banda presidencial) no estará con los damnificados recorriendo sus calles, sus casas, no hará que “la fuerza del Estado” y sus dependencias se movilicen para levantar la zona afectada.

Para Andrés Manuel, Otis y los destrozos que causó son “otros datos”, que al igual que las masacres, los desaparecidos y los asesinados durante su gobierno, ni los ve ni los oye. Así su indolencia.

Sin duda, los mexicanos, que no “el pueblo bueno”, serán quien una vez más den muestra de solidaridad y envíen hasta Guerrero la ayuda humanitaria.

Y a más de 24 horas del impacto de Otis en Acapulco seguimos sin reporte oficial ni de Presidencia ni de la gobernadora, “La Torita”, Evelyn Salgado. Esos son los gobiernos de Morena, esa es la 4T.

Ni más ni menos.

La Varguitas de la Universidad Politécnica

Dice el dicho que los cambios son para bien. Sin embargo, esta lógica no aplica para todo y un ejemplo de ello es lo que pasa en las instituciones públicas.

La Universidad Politécnica Metropolitana, en sus 11 años de haber sido fundada, ha cambiado de rector como de calzón, y por sus pasillos han desfilado hasta ahora 9 titulares.

Su más reciente adquisición es Georgina Fierro Sosa, quien a pesar de no tener el nivel académico que se requiere para el cargo de rectora, porque solo tiene la Licenciatura en Educación Preescolar y el nivel debe ser maestría tal y como lo marca su Decreto de Creación.

Por si esto fuera poco, por los pasillos ya la apodan la “Varguitas”, pues en su reciente reunión con la Junta Directiva, pidió mantenerse en el cargo por ¡más de 10 años!

¿Su justificación? Que hay profesores que llevan años en la institución, por lo tanto, ella no puede ser la excepción. ¿Así o más…?