En medio de este caos encantado que es nuestro país, los ciudadanos luchamos por descifrar el truco detrás del sombrero del ilusionista. México es un lugar donde la corrupción se ha convertido en un arte escénico, donde la impunidad es la gran ilusión que nos hace creer en la magia.
Los trucos son sencillitos, pero apantallapendejos. Le muestran dos cosas en apariencia iguales y resulta que no.
Mire acá. Dos sacos idénticos. Mismo material. Mismo diseño. Le damos vuelta para que se cerciore. ¿Igualitos? No. Uno vale 123 millones de pesos y el otro -5. ¡MAGAZO!
En ambos casos nos estamos refiriendo por supuesto a los costales de propileno de Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), digna paraestatal sucesora de CONASUPO. Ambas envueltas en infames corrupciones relacionadas con el abasto popular de la canasta básica, SEGALMEX en este sexenio con 20 mil millones de pesos en observaciones.
Precisamente una de estas observaciones fue por no encontrar evidencia de que se haya entregado uno solo de los 34 millones de costales que se habían comprado para resguardar el grano que se compraría a precios de garantía, ese otro desfalco de varios ceros. La operación de estos costales costó arriba de 180 melones nacionales, repartidos entre varias empresas fachada que ahora se dedican al desarrollo inmobiliario de lujo en Yucatán.
No obstante, 104 de estos costales hicieron noticia ayer. Con un lugar y contenido que ni el mismo Copperfield lograría empatar. En Hong Kong y rellenos de trozos de concha de caracol.
Ya con eso sería noticia, pero si le suma que en los costales se encontraba metanfetamina cristalina ahora sí se siente con más sabor nacional. Los sacos, que debían ser usados para almacenar maíz, estaban repletos de la droga también conocida como “ICE” por un valor en la calle de doce mil millones de pesos.
Rápidamente el presidente se deslindó en su mañanera, ironizando al decir “Bueno ya somos nosotros hasta narcotraficantes”. La propia paraestatal emitió una escueta nota aclaratoria, argumentando que SEGALMEX no exporta nada fuera del país, y que por lo tanto se deslinda de cualquier mal uso que se le de a la imagen institucional en otras tierras.
No hay que hacerse bolas con tantas explicaciones, la respuesta es sencilla. Se cobró completo. Se maquilaron algunas cosas para fingir entregas y documentaciones. Y lo restante se vendió por fuera en el mercado negro.
Lamentablemente las grandes licitaciones nacionales funcionan con ese modus operandi. La propia SEGALMEX nos lo demostró el año pasado con los lotes de pilas que se encontraron en las tiendas Carrefour de Polonia. Pasados los tragos amargos de la vergüenza y la corrupción hasta daba risa ver las pilas AAA en tiendas en Varsovia.
En México, donde la corrupción es un desfile interminable de absurdos, el surrealismo no es una elección estilística, sino una descripción precisa de la vida nacional. Metanfetaminas entremezcladas con conchitas en Hong Kong, dentro de costales del gobierno mexicano para maíz. Lee esa descripción en Netflix y se la salta por jalada de los pelos.