Más allá de las fronteras de la Nueva España, entre los actuales territorios de Carolina del Norte y Sur, Tennessee, Georgia y Alabama, existió la gente cheroqui, o tsálagi, como se autodenominan.

En esta sociedad -a la llegada del europeo- no existían los conceptos financieros asociados al uso de dinero. Por supuesto existía oferta y demanda, pero no la estructura de mercado occidental; sin conceptos no hacía sentido existieran estas palabras.

Para los misioneros ingleses esto representó un problema, ya que muchas metáforas se expresan en términos financieros en la biblia del Rey Jacobo, el estándar inglés para la publicación. Deudas, deber, estar en deudas o liberado de ellas.

A pesar de lo sagrado de las escrituras, los evangelizadores tuvieron la delicadeza de ajustar para acomodar las circunstancias y mandar el mensaje. Pues nuestros diputados no. Ni eso. El presupuesto se aceptó tal y como vino, sin moverle una coma, y enviarlo ahora sí definitivo del Congreso al Ejecutivo.

Existen partidas de importancia para el campo. Claro. Existe un leviatán tamaño 5% de todo el gasto público llamado Programa Concurrente para el Desarrollo Rural Sustentable, aunque su propósito ha cambiado para alinearse a los objetivos de este gobierno.

Poco a poco se han abandonado los componentes de inversión, infraestructura, desarrollo e innovación, para ceder al combate de la pobreza rural. Es decir, cada vez se invierte menos en cosas para hacer al campo productivo, y cada vez se entrega más dinero en asistencias sociales.

La discusión sobre ética, moral o pertinencia de estos apoyos va más allá de esta columna. Sin embargo, en la realidad del mundo las cosas no son tan simples como para parcharlas con dinero.

Se lo explico con maicitos.

El gobierno debe más de 500 mil toneladas de maíz en Sinaloa a través de SEGALMEX, mismas que tuvo que comprar a precios infladísimos por una mala planeación del presupuesto 2023. No hay dinero para pagarlas, ni se presupuestó algo extra para liquidarlas el año que viene, por lo que a ver qué sale...

Esto, sumado a las turbulencias entre Rusia y Ucrania, puso a mover los precios del maíz y la tortilla como maracas, además de plantar terrible incertidumbre y falta de liquidez entre los grandes agricultores maiceros del país. No vendieron, no sembraron, ahí guardaron en sus silos para ver cómo se comportaba la oferta y la demanda el siguiente ciclo.

Y se comportó de la fregada. Entre sequías, falta de capital, precios inciertos y cero incentivos del gobierno a los medianos y grandes productores el siguiente será un mal año maicero. Si es de autoconsumo ahí se queda, no hay excedente para el mercado.

Así que corregimos, a los que especularon les irá genial, pues su maíz acaparado valdrá oro el siguiente año. Los especuladores son esos ricos de siempre, los que el gobierno jura eliminar, pero no hace más que engordar al no entender las reglas del juego que todos están jugando. Ajedrez capitalista vs matatenas del bienestar.

Un mal presupuesto destruye trabajos, familia, comunidad, valor monetario y bienestar, pero también mata. El Programa de Vigilancia de Fenómenos Meteorológicos -a cargo de Conagua- pasó de tener 141 millones de pesos a subejercer sólo 30. Recuerde que del huracán Otis nadie nos avisó.