En México hay unos 27 millones de puestos de trabajo asociados al mundo agropecuario2 millones de esos en Puebla— con las fluctuaciones de algunos cientos de miles arriba o abajo de acuerdo con que tal van las cosas en el año.

De ellos, la estadística nacional dice que 1 de cada 6 es mujer, 1 de 5 en Puebla…lo cual es raro si se detiene a pensar en el número. En marzo, mes de la mujer, es buen momento para la reflexión.

Si pone el promedio de cien mexicanos, cincuenta y uno saldrán mujeres. De saque, los números generales no cuadran.

¿Será que hay una desigualdad sistémica que hace que en el mercado laboral haya más hombres que mujeres? Pues sí, y la muestra la encuentra con el mismo ejercicio. Pone cien mexicanos de la fuerza laboral activa y le saldrán tan solo cuarenta mujeres, pero la diferencia sigue siendo inmensa.

Con dos comparativos usted decidirá si le estoy exagerando las cifras. El único sector de trabajo que tiene menos porcentaje de mujeres es el de construcción. Y hay más mujeres en las industrias del transporte y la extracción (minas, hidrocarburos o hidroeléctricas) que en el campo.

Ya con eso el problema se ve más nítido. ¿En qué sector laboral de los anteriores visualiza más a una mujer? Una gran dificultad viene de qué se entiende como trabajo.

En los últimos datos, 1 de cada 3 mujeres de Puebla dice que nunca ha trabajado ¿Usted se lo cree? Conociendo la inmensa carga social sobre las mujeres (educación a menores, cuidado a enfermos, trabajo y cuidado del hogar) es claro que los nuevos tiempos necesitan nuevos conceptos. Ejemplo: «Sistema Nacional de Cuidados».

En el campo las cosas son más sencillas. Así es la vida campirana. Tanto así que la desigualdad laboral de género se puede explicar con gallinas.

Existen más de 9 millones de aves siendo criadas en viviendas. No unidades de producción. Tres cuartos de millón de borregos, medio millón de porcinos, y un cuarto de millón respectivamente de vacas y chivos.

Parece lista de carnicería, pero lo que realmente representa es una extra jornada laboral para las mujeres más explotadas de México, las rurales. Y ni se las cuentan en las estadísticas.

Hay empujes para intentar corregir esto, como la iniciativa emanada de la comisión de ganadería de la cámara de diputados, donde preside María del Refugio Camarena—PRI— conocida como Cuquis Camarena.

Una iniciativa osada: garantizar la igualdad de género en las organizaciones ganaderas. Suena raro, pero si lo piensa tantito es más rara la subrepresentación de las mujeres en estas asociaciones.

En Puebla la renuncia de Ana Laura Altamirano al máximo puesto agropecuario del estado —como titular de la secretaría de desarrollo rural— no tiró la balanza de género.

En su lugar quedó la contadora Morayma Rubí Joven, quien se desempeñaba como directora administrativa de la dependencia, y parece una elección sucesoria prudente para Altamirano Pérez, quien por las siglas de Morena, busca con buenas posibilidades el distrito 21 local, con cabecera en Atlixco, y preferiría no tener sobresaltos burocráticos. O que no fluyeran los apoyos al campo de manera adecuada.

Mujeres agropecuarias, con una presencia que parece diluida en la vastedad del campo, son como ríos subterráneos que nutren la tierra en secreto. Cada quien, desde su trinchera, cada quien llevando al agua hacia su molino. Pensar que las mujeres no tienen las mismas ambiciones que los hombres, es micromachismo; hágase un favor y deconstrúyase.