Algunas entrevistas tienen un gran impacto y trascienden más allá de la primera impresión de la audiencia. Esto puede darse por la importancia de los personajes, por la profundidad de la conversación o porque desencadenan una serie de acontecimientos que modifican la historia.

Por ejemplo, la entrevista que Plinio Apuleyo Mendoza le realizó a Gabriel García Márquez en 1982, en la que el escritor ofrece una visión profunda sobre su vida y obra.  El encuentro ayudó a difundir las ideas del premio Nobel y fue incluida en el libro "El olor de la guayaba".

Jacobo Zabludovsky entrevistó a Salvador Allende en 1973. Abordaron temas críticos sobre la política chilena, la economía y las tensiones con Estados Unidos. Esta plática ofreció una perspectiva crucial antes del golpe de estado que derrocó a Allende.  

Paco Malgesto viajó a La Habana en 1946 para ser el primer periodista en América en entrevistar a Manuel Rodríguez "Manolete". El Monstruo habló sobre los riesgos y las emociones que acompañan a cada corrida, así como su filosofía y enfoque personal ante la profesión.

Explicó sus expectativas y preparativos para su temporada en México y sobre su deseo de conquistar al público mexicano. Paco Malgesto logró capturar la esencia y humanidad del torero. La entrevista ayudó a incrementar la expectación y admiración del público mexicano hacia Manolete. 

Así como la entrevista de Malgesto con Manolete capturó un momento crucial en la historia del toreo, recientemente Domingo Delgado de la Cámara tuvo un encuentro significativo con el maestro Eloy Cavazos (puede verse en el canal de YouTube "Al Toro Por los Cuernos").

El diálogo se destacó por la autenticidad de los personajes, porque nos da claridad para entender una parte de la historia del toreo en México y ofrece claves para que México retome un lugar preponderante en la fiesta brava internacional. 

Domingo, quien ha alcanzado notoriedad por su participación en las corridas que transmite OneToro, es un historiador taurino.

Ha escrito libros sobre el tema como "Revisión del toreo" (Alianza Editorial, 2002), "Avatares históricos del toro de lidia" (Alianza Editorial, 2003). "Manolete, arquitecto del toreo moderno" (Ediciones de la Universidad San Pablo-CEU, 2003).

"La Edad de Plata, laboratorio del toreo moderno" (Ediciones de la Universidad San Pablo-CEU, 2004). "Joselito, padre del toreo moderno" (Ediciones de la Universidad San Pablo-CEU, 2005).

"El toreo mejicano visto desde España" (Universidad San Pablo CEU. 2008), "Entre Venus y Marte. Breve historia crítica del toreo" (Modus Operandi, 2014).  De la Cámara llamó a Eloy Cavazos "la encarnación de la historia del toreo en México".

El diálogo comenzó de una manera poco usual. Así se lo hizo ver el entrevistado a Cavazos: "voy a empezar de una forma que quizá no te esperas, reconociendo un error y pidiéndote perdón". 

Domingo explicó que vio a Cavazos en Madrid en 1991 cuando cortó una oreja a un toro de los Bayones. No le gustó la actuación del mexicano y lo criticó en forma dura.

Lo clasificó como un torero superficial y bullidor que no interesa. Con el tiempo, como parte de sus investigaciones, se dio cuenta del error. 

Domingo dijo que estudiar faenas de Eloy le permitió darse cuenta que fue un fenómeno. "Es un monstruo. Entiende al toro mexicano como nadie. Tiene una capacidad de ligar los muletazos extraordinaria. Hace un toreo muy alegre. Es un figurón del toreo", dijo Domingo. 

Esto mismo nos ha pasado a mucha gente. En los años setenta y ochenta, Eloy tenía una gran rivalidad con Manolo Martínez. Dos toreros de fuerte personalidad, arrastre popular y de características muy distintas.

Fue difícil ser objetivo ante el toreo de estos dos figurones. El antagonismo hizo que los seguidores de uno fueran detractores del otro. No había medias tintas y se observaban las faenas desde una óptica parcial y casi fanática. El paso del tiempo da perspectiva y objetividad. Permite un análisis menos apasionado y más profundo. 

En la pandemia del Covid-19 se organizaron muchas tertulias virtuales. La plataforma "SoyTaurino" propuso transmitir las faenas en las que Eloy Cavazos había cortado rabos en la Plaza México.

Nos invitaron a comentarlas a Antonio Rivera, Francisco Díaz y a mí. Los tres nos sorprendimos. Ver la lidia sin la exaltación que se vive en la plaza y sin el contexto de fobias y filias hacía un torero, nos permitió apreciar la profundidad del toreo de maestro de Guadalupe, Nuevo León. 

No sólo fue un torero carismático que lograba una conexión cuasi mágica con el público, sino que dominaba a todo tipo de toro. Y no sólo al toro mexicano, como reconoció Delgado de la Cámara, porque triunfó también en España y fue un ídolo en Sudamérica.

Pero lo más significativo y, quizá poco valorado en su tiempo, es la hondura y ligazón de sus muletazos. Cavazos no únicamente fue un torero valiente, alegre, variado y muy regular.

Emocionaba a los públicos por la belleza de sus muletazos a pies juntos y por la profundidad que conseguía cuando se despatarraba y ligaba en redondo.

Volviendo a la entrevista entre el figurón del toreo y el historiador español, Domingo le preguntó por Manolo Martínez. Eloy, con la sencillez que le caracteriza, reconoció que aquella rivalidad lo hizo mejor torero y ganar más dinero.

Agradeció y reconoció la importancia histórica de su paisano. Pero explicó que fue la falta de disciplina la que impidió una mayor trascendencia de Manolo en la historia de la tauromaquia.

Por otro lado, las anécdotas de Eloy nos permiten entender por qué llegó tan lejos y triunfó tan fuerte, pero también dónde falla la fiesta en nuestros días.  

En este espacio hemos explicado que "la coba", es decir, el halago, la adulación desmedida que se les da a los toreros, es una de las causas de la mediocridad y de que no hayan salido figuras en México en los últimos treinta años. 

Eloy dijo que después de su alternativa, Rafael Báez fue a hablar con su padre para decirle que se habían equivocado. Que el muchacho no estaba listo y renunciarían a la alternativa. Es decir, en lugar de darle coba por la oreja que había cortado, le exigió y lo obligó a ir a más. 

Eloy sólo tuvo un apoderado en más de cuarenta años como matador de toros. Disciplina, exigencia, autodominio, grandes anhelos y magnanimidad fueron las virtudes que cultivaron Rafael Báez y Eloy Cavazos.

La charla con Eloy le permitió entender a Domingo Delgado de la Cámara –y quienes hemos escuchado la entrevista– que el objetivo debe ser conseguir una generación de toreros mexicanos revitalicen el toreo en México.

Ojalá que todos los involucrados en la fiesta brava de nuestro país analicen el diálogo entre estos dos personajes y vayan descubriendo las sutilezas que permitirán el resurgimiento de la afición taurina en nuestro país.