La política estadounidense —un guiso siempre aderezado con sazón impredecible— ha servido la sorpresa de que Joe Biden ha decidido no buscar la reelección. En un giro digno de telenovela, el posible retorno de Donald Trump a la Casa Blanca plantea un escenario que México no puede ignorar, especialmente ahora que su movimiento se declara «listo» para asumir el poder. Como lo demuestra el Project 2025.
Auspiciado por una de las más grandes fundaciones conservadoras del país, esta ruta de trabajo busca darle un giro radical a la administración federal si el controversial amigo naranja repite. Se trata de una estrategia meticulosamente diseñada para implantar una agenda conservadora, y, ¿eso a México qué?
El plan conservador propone una reducción significativa de regulaciones ambientales, favoreciendo a las industrias de combustibles fósiles, desmantelar departamentos y recortar fondos para instituciones climáticas y programas de salud pública.
A nadie le gusta reconocerlo, pero en México la única razón por la que muchas cosas se hacen es por la presión de Estados Unidos. Cosas ridículas, como mantener la guerra contra las drogas. Cosas útiles, como fortalecer los derechos laborales o cuidar el medioambiente, ambas impulsadas en el marco del TMEC, cuya renegociación se acerca. Si de ese lado les vale, acá más.
Cosas más claras. En cuestión de monitoreo de vientos, vigilancia satelital de patrones marítimos o presiones atmosféricas dependemos en enorme parte de nuestros vecinos, para el próximo ciclón que nos agarren confesados. Eso y los 80 mil millones de dólares que les exportamos tan solo en el primer bimestre de este año.
El anuncio de la renuncia de Biden llega en un momento de tremendas críticas a su fragilidad física y mental —esperada de un hombre de ochenta— apenas días después del anuncio de su contagio por COVID19, mismo que se especuló ampliamente como telón para preparar esta declinación.
Biden, en su último evento antes de saberse portador del covicho, estaba en el restaurante Lindo Michoacán en Las Vegas, en uno de esos actos para acercarse a la comunidad. Sin embargo, los estómagos estadounidenses no pudieron con los menús purépechas, pues el aguado menú fue de taquitos, guacamole y ceviche ¿? Burritos de pollo para el Servicio Secreto. ¿Hubiera hecho alguna diferencia si Biden se hubiera recetado un buen consomé y unos tacos de achicalada? Nunca lo sabremos.
Su equipo canceló su discurso para el evento de la tarde, la conferencia anual de UnidosUS, la organización civil más grande de protección a los derechos de los hispanos de ese país. Sepa qué sea un hispano, pero ahí entra toda la raza.
Evento que representaba la importancia de los compas, pues 36 millones de ellos son elegibles para votar este año, y UnidosUS al ser apartidista, agrupa a los desencantados por los dos deslucidos partidos.
El retorno de Trump sería incendiario bilateralmente. Su administración previa estuvo marcada por constantes tensiones comerciales y una política migratoria agresiva. La ausencia de Pence, conocido por su enfoque más moderado y su interés en la estabilidad del campo, añade una capa de incertidumbre adicional al sector agropecuario nacional.
Mientras los demócratas buscan un nuevo líder —Michelle Obama o «Kabala»— México debe prepararse para un posible regreso de Trump, con todas las implicaciones que esto conlleva. Porque en la cocina de la política internacional, cada ingrediente cuenta, y el próximo plato que se sirva en la Casa Blanca podría ser más indigesto que un taco de cochinada para un estómago gabacho.