Los Diálogos Nacionales para la reforma al Poder Judicial fueron sólo una simulación. Nadie se puede decir sorprendido por ello, desde el inicio era claro que los legisladores de Morena y los lopezobradoristas no tenían el menor interés en escuchar razones, argumentos o motivos.

Si bien los encuentros dejaron verdaderas cátedras de lo que está bien, de lo que se puede mejorar y hasta de qué cosas no se deben modificar, para los oídos sordos, entre ellos los de Nacho Mier, simplemente pasaron de noche.

Mientras los ministros exponían sus argumentos, los legisladores sí realizaban ligeras modificaciones al dictamen de AMLO, para que no se acuse que no le movieron ni una coma, pero atendiendo a pie juntillas cada frase de López Obrador y dañando, aún más al Poder Judicial.

Seleccionar a los jueces a través de una tómbola, como hoy lo hace Morena con varios de sus diputados plurinominales es un enorme riesgo. Hemos visto ya con más de dos procesos electorales, que los nombres que salen de la famosa “insaculación pública” poco o nada le aportan a la legislatura. Así como esos diputados levantadedos, así veremos a los futuros togados que le deban el puesto a AMLO o a una urna giratoria de cristal.

En este y en muchos espacios hemos dado cuenta de lo necesario que es respetar y mantener la carrera judicial, permitir que los abogados recorran diferentes áreas del Poder Judicial antes de ser jueces o magistrados. La propuesta de renovar a todos y permitir que gente sin experiencia comience a impartir justicia es un precio muy caro que tarde o temprano todos habremos de pagar.

La locura que se propone como reforma generará un conflicto muy grande en materia de organización. Elegir a la mitad de los cargos en cada circuito judicial en tan sólo un año y al resto, en la elección concurrente en donde los mexicanos votaremos por: diputados federales, locales, alcalde, algunos gobernadores y de paso, 800 jueces, suena desde ahora, desgastante.

Además, romperá el principio de equidad. Está claro que la gente votará por aquellos nombres que se vean ligados o sean propuestos por Morena, rompiendo así el equilibrio entre Poderes.

En el tema de los ministros de la SCJN los que se cuelguen de la imagen de AMLO o aparezcan en fotografías de la 4T contarán con más votos que aquellos que no tengan ese padrinazgo.

Roguemos porque el próximo presidente de la Suprema Corte de Justicia, que será quien junte más votos, no sea un cantante, artista o modelo, porque si alguno de ellos tiene título de abogado y participa, puede ganar con la mano en la cintura. La popularidad se impondrá a la capacidad.

El otro riesgo de desaparecer el requisito de la experiencia es que podrán llegar personas que hayan estudiado con el antiguo sistema de justicia y que por razones personales hayan abandonado la profesión unos años. Regresarán sin tener conocimientos del llamado Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio

Y mientras los mexicanos nos jodemos y la procuración de justicia se vuelve peor a la que tenemos, como sucedió con el Insabi que “relevó” al Seguro Popular, López Obrador esbozará una sonrisa porque consumó su venganza en contra de quienes tuvieron el valor para impedirle que violara la Constitución Política.

Ni más ni menos.