Al grito de ¡Huélum! fue inaugurado el Centro de Innovación e Integración de Tecnologías Avanzadas (CIITA) de San José Chiapa, un espacio donde la investigación y la innovación se conjugarán para aumentar la productividad de nuestro campo, del sector automotriz y del textil.

El nuevo espacio del Poli tendrá 29 laboratorios especializados donde, como reza el lema guinda, se pondrá La técnica al servicio de la patria, y se encontrarán soluciones a los problemas que aquejan estos tres ejes productivos del estado. Será un motor, que con el respaldo del IPN, impulsará el desarrollo de Puebla.

La instalación en la “Ciudad Modelo” no fue azarosa, responde a la ubicación geográfica y al proyecto de desarrollo que se tiene para ese polo.

El respaldo de 88 años de vida del IPN, es la garantía de que se formarán profesionales de calidad. Será cuestión de unos años para que los egresados del Instituto Politécnico Nacional pongan en alto el escudo y el nombre de su alma mater. De eso no hay duda.

El Politécnico, al igual que la BUAP y hasta la UNAM son escuelas superiores con un grado de exigencia que les permite formar generaciones de calidad. Aunque nunca falta la excepción, en términos generales leer que alguien es médico de la BUAP o abogado de la UNAM da una cierta confianza a quienes contratan sus servicios. Los ingenieros y contadores del IPN son peleados por algunos reclutadores, ante la certeza de su formación.

Sin embargo, en esta era de la 4T pareciera que la apuesta es completamente contraria. Hay innumerables muestras de que se prefieren opciones populistas antes que apostar por la calidad educativa.

Para no herir la susceptibilidad de los menores de edad se exige que los aprendientes no sean reprobados, incluso aunque no aprendan a leer, escribir o multiplicar en toda la educación primaria.

Aquel spot radiofónico en donde se dice que la educación es un derecho y no un privilegio, debería ser editado. La formación, principalmente la pública, debería verse como todo un privilegio. Permitir que los jóvenes sigan pensando que tienen todos los derechos y ninguna obligación nos acarreará muchas complicaciones como sociedad.

Para esas generaciones, que se topan con pared cuando intentan ingresar al IPN, a la BUAP o a la UNAM, se están creando universidades con dudosa calidad.

Las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García (UBBJG), anunciadas por AMLO en 2019, hoy operan con carencias importantes, desde falta de mobiliario y espacios dignos hasta ausencia de maestros certificados. Esto ha provocado que sus estudiantes deserten ante la desilusión o definitivamente salgan de las aulas sin tener los conocimientos básicos.

El esfuerzo de los jóvenes tampoco está garantizado. La CNDH tuvo que emitir una recomendación a las “Benito Juárez” para que garantice la entrega de títulos profesionales.

En tanto, en noviembre de este año se agravaron las protestas de maestros que fueron despedidos sin previo aviso y a quienes se les busca sustituir con docentes cubanos, principalmente en las licenciaturas de la rama médica.

Es así que nos preguntamos por qué la 4T insiste en abrir nuevas instalaciones de la Universidad de la Salud o Rosario Castellanos en lugar de invertir ese mismo recurso, en fortalecer a las instituciones que ya se han ganado un prestigio. El dinero que se destinará a la construcción de nuevas escuelas bien podría servir para mejorar las condiciones de los planteles actuales, pagar a más maestros y así, poder aumentar la matrícula.

El ego de poner su sello y la necesidad de acciones populistas diluyen la calidad educativa, el interés de los jóvenes por descubrir soluciones y hasta la garantía de contar con profesionales calificados.

¿Por qué no mejor apostar a los modelos exitosos, probados y que dan una garantía a cualquiera de sus egresados?

¿Ese es el proyecto de la 4T?