Cáñamo y marihuana son la misma planta, en términos botánicos, Cannabis. Pero aquí un truco de magia legislativa: si el THC es menor al 1%, cáñamo, fibras y es industria; si se pasa de listo y sube de eso, marihuana, droga y delito. THC recordando, es aquella sustancia psicoactiva dentro de la verdolaga sagrada.

La totalidad de la bancada oficialista poblana en San Lázaro (Morena, PT y PVEM), presentó la semana pasada una iniciativa para reformar las legislaciones que, según ellos, imposibilitaran la industria del cáñamo en Puebla y México.

Encabezados por el diputado por el distrito de Libres, Juan Antonio González, en su papel de Carlos Linneo improvisado, quieren regalarnos —a través de una reforma a la Ley de Desarrollo Rural— un nuevo integrante al reino Plantae: el "cáñamo cannabis spp".

Y es que regular el cáñamo industrial, nos dice el diputado González con tono doctoral, nada tiene que ver con la lechuga del diablo. No vaya a ser que lo tomen por… ¿liberal?

Lo dejamos más claro, el «cáñamo cannabis spp» no es algo que exista en esta verde tierra. Cáñamo es griego para marihuana, cannabis es latín para lo mismo. Spp es la abreviatura para el latín species, que se usa para englobar todas las especies dentro de un género. Lo que nos dan es un híbrido de nomenclatura fantástica (mezclar latín con griego es pecado venial), oportunismo político y falta de capacidad legislativa.

Volvamos a lo importante: ¿cómo se va a diferenciar el cáñamo industrial de su primo, el orégano risueño? Porque a simple vista, son idénticos. Es como los melones: uno sabe a los labios del amante, otro a pepino, pero hasta que no se prueban, uno no lo sabe.

Para evitar estos dilemas organolépticos, en Europa lo resolvieron desde la semilla: la genética dicta que ciertas variedades jamás producirán más de 0.2% de THC, allá el límite es mucho menor.

Pero esto es México. La reforma dice que quien atendería eso sería el SNITT, un órgano del estado tan inútil que ni vale la pena poner su significado. Vea lo que hicieron con el frijol en Zacatecas, vea el cochinero que serán las nuevas semillas del bienestar, intentado arreglar el problema que ellos mismos crearon. Ahora imagine su incapacidad con el epazote de lumbre.

Otra posibilidad es hacer pruebas, ¿pero a qué autoridad le van a dar un laboratorio con espectrometrías de masas o capacitar en equipos portátiles de cromatografía? Normativas imposibles de hacer cumplir para que amarre la corrupción.

Y queda una opción más, la ruta del mayor productor de cáñamo del mundo, China con 70% de la producción global, un estado totalitario y dictatorial, donde la pena de muerte por el consumo y trasiego de drogas como la suprema verde de clorofila son una realidad.

De quienes acompañaron al diputado solo vale la pena mencionarlos como testigos del disparate: Mier Bañuelos, Orozco Caballero, Carvajal Hidalgo, Castillo López, Toño López, Gali López, Ballesteros García, Santander Soto, Vences Valencia, Pérez Popoca, Carrillo Cubillas, García Romero y Rivera Vivanco.

Recordemos que en 2021 la Cámara de Diputados avala en lo general el uso lúdico de la marihuana tras un mandato de la Suprema Corte que ignoraron por tres años, aunque haciéndolo con un desaseo premeditado para efectivamente, sin un reglamento secundario y sin cambios a la Ley de Salud y del Código Penal Federal, dejar las leyes inoperables.

Hace dos semanas, la Suprema Corte atendió una queja que iba algo así: —La ley dice que ya puedo hacer todas estas actividades recreativas con María Juanita, pero hay legislaciones que se contraponen, no dejándome ejercer ese derecho. Eso las hace anticonstitucionales. Bájalas—.

La Suprema, en voz del ministro Pardo, respondió: —Tienes razón corazón, pero acá somos 9 y necesitamos 8 votos para aprobar eso—. Y las tres oficialistas dijeron que no. Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz y Lenia Batres, «no podemos dar machetazo a las leyes, que lo corrija el Congreso de la Unión».  Ya puede ir viendo cómo se avienta la bolita la 4T.

¿Y por qué los diputados poblanos están tan interesados en regular el cáñamo industrial? Porque el gobernador Armenta lo propuso hace meses y sus legisladores buscan abrirle el camino a una etérea industria que ya estiman en 38 mil hectáreas en la entidad. Pero el problema es que la voz del oficialismo es la de AMLO, y la voz de AMLO, en este caso, corresponde a la de un pueblo que no quiere saber nada de drogas recreativas —como vimos, necesarias para legislar esto—, ni de educación sexual, derechos civiles… esas cosas que, ultimadamente, le dan cosita a los que llamaríamos conservadores. Que se fumen una ramita de ciriguaya morena para ordenar sus ideas.