A partir de ahora, políticos y gobernantes tendrán que aprender que la premura será una pésima consejera. Para muestra dos botones.

A nivel local, las declaraciones de la presidenta del Congreso, Laura Artemisa, llamando a que la no reelección se aplique desde el 2027, son contrarias a lo que propone la reforma constitucional que ya llegó a la Cámara de Diputados, para que la voten y con eso ratifiquen la decisión federal de enviar los cambios a 2030.

Hace apenas unos días, la legisladora local insistía -y con justa razón- en subrayar que lo poblanos están cansados de los llamados cacicazgos y que por eso, independientemente de los derechos político-electorales de quienes hoy forman parte de la burocracia dorada, se debía aplicar la reforma desde las próximas elecciones intermedias.

Sin embargo, hoy se encuentra frente a la encrucijada de respaldar sus dichos y generar que Puebla le juegue las contras al Congreso de la Unión, o bien, sumarse a la lista de estados que darán el respaldo para que la reforma, aplicable al 2030, sea constitucional.

Y no se vale decir que votan a favor de que en la Constitución se marque la obligatoriedad en el 2030, pero que en Morena Puebla comenzarán a aplicar la reforma en el 2027. Es sabido que ningún estatuto partidario puede estar por encima de la Carta Magna.

Si aprueban la reforma en los términos que viene, deberán sujetarse a la nueva norma, de lo contrario, cualquier queja que llegue a los tribunales terminará por darle la razón a quienes busquen reelegirse e incluso colocar a sus familiares en el puesto que hoy ostentan.

Hablar antes de tiempo los dejará muy mal parados, porque no se trata de convicciones, si no de acatar una línea, una instrucción completamente vertical, en donde actuar a bote pronto los pondrá en serios predicamentos.

La bipolaridad

En el plano nacional e internacional, las cosas no son muy distintas. La bipolaridad mostrada en las decisiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, obliga a las autoridades mexicanas a actuar con prudencia. Anunciar una contraofensiva, en la guerra arancelaria, podría ser un error que nos cueste la estrategia.

Máxime, si como en esta ocasión, Trump termina por “reconsiderar” lo peligroso, para la economía americana, de colocar aranceles a sectores tan importantes como el automotriz, en Estados Unidos.

¿Llegarán todas?

Ahora que los aranceles se “pausaron” nuevamente, el pretexto para cerrar el zócalo de la capital del país desde el sábado, y así impedir que la marcha del 8-M tome la plaza, se esfumó.

Habrá que ver con qué maromas salen desde el Palacio Nacional para impedir que “lleguen todas las mujeres”, como presume el slogan de la presidenta con A.