¡Qué tranza, mis valedores! Apenas andábamos aplaudiendo que por fin se había cerrado el capítulo del Fernando Rosales al frente de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de Puebla, cuando resulta que el guión sigue igual… y hasta con el mismo titiritero jalando los hilos desde la sombra.
Pos resulta que según mi chismoso del barrio policíaco, Rosales Solís sigue operando bien comodito desde el anonimato. ¿Cómo? Pos con su leal discípulo de toda la vida: Julio Antonio González Mozo, quien se supone que supuestamente estaba vetado del Ayuntamiento. Pero no solo no está fuera, sino que sigue más firme que nunca, ahora como particular del nuevo secretario, el Coronel Félix Pallares Miranda.
¿Y qué hace ahí? Pos lo de siempre: vigilar, presionar, filtrar y controlar. Porque, como dicen, Rosales se fue, pero dejó sembrado a su alfil más confiable, ese que lleva más de 20 años a su servicio. Y sí, el mismo que —nos cuentan— tiene fama de exprimir al personal administrativo hasta las lágrimas, con jornadas de miedo, tratos denigrantes y amenazas que dejan claro quién sigue mandando entre pasillos.
¿De verdad se fue Rosales?
Pos aquí es donde el teatro se cae, mis valedores. Porque una renuncia sin romper los hilos del poder nomás no va a cuajar. Y si las estrategias “especiales” que tanta marmaja generaban se siguen aplicando, si la información sigue fluyendo hacia el exjefe, si el mismo personaje de siempre sigue metiendo miedo, ¿entonces…?
Sí hay un nuevo secretario en funciones, pero si va a iniciar su gestión rodeado de infiltrados, operadores ajenos y fantasmas del pasado, difícilmente podrá dar resultados distintos.
Ahora, mis valedores, así como tiramos con todo también hay que saber reconocer.
La Netflix el presencio Pepe Chedraui ha mostrado voluntad de recomponer la seguridad. Fue él quien empujó la salida de Rosales, y quien aseguró que se invertiría el 30% del presupuesto en el rubro. El cambio de mando no fue menor.
Pero también es cierto que, si los vicios nomás no se cortan de raíz, el esfuerzo va a ser en vano. Porque la SSC no solo necesita un nuevo jefe con medallas, sino una limpia de fondo, donde acaben con el compadrazgo, el control desde las sombras y el miedo como herramienta de mando.
¿Y si estalla el personal administrativo?
Acá entre nos, la pregunta final es la que más debería preocupar: ¿qué pasará si el personal administrativo, harto de abusos y presiones, decide hacer un paro?
Porque ya hubo tensión con los elementos operativos, y si el maltrato sigue, podría venir una nueva sacudida desde adentro.
Así que ahí lo tienen, mis valedores. Rosales ya no está, pero su sombra todavía flota en la SSC.
¿El Coronel Pallares se va a dejar usar como puente o va a cortar de tajo con el pasado?
El tiempo dirá, pero más vale que se mueva rápido, porque la bomba sigue haciendo tic-tac.
¡Nos vemos en la próxima caída, mi mai!