La legalización del aborto en Argentina, fuertemente cuestionada por la Iglesia Católica, supone un hito del movimiento feminista y podría ser el puntapié de un reclamo extendido en un continente tradicionalmente conservador.
La ley que legaliza el aborto fue aprobada la madrugada del miércoles en el Senado por 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención, un resultado más holgado del que se esperaba. La Cámara de Diputados ya le había dado el visto bueno a la iniciativa impulsada por el presidente Alberto Fernández el 11 de diciembre.
Argentina, el tercer país más grande de América Latina, se sumó así a un listado que incluye a Uruguay, Cuba, la Ciudad de México, el estado mexicano de Oaxaca, las Antillas y la Guayana Francesa entre los que no castigan el aborto en la región.
El gobierno dijo que la promulgación de la ley tendrá lugar en los 10 días hábiles siguientes a su aprobación, tras lo cual procederá a reglamentarla para que pueda hacerse efectiva en un plazo que espera que sea breve.
La norma, que habilita el derecho a abortar hasta la semana 14 de gestación, es una victoria para el movimiento de mujeres de Argentina después de varias décadas de lucha y alienta las expectativas de que otros países se decidan a legislar a favor de la interrupción voluntaria del embarazo en un continente donde la Iglesia Católica tiene una gran influencia.
Fernández expresó su satisfacción y señaló que la sociedad es “mejor al ampliar derechos a las mujeres y garantizar la salud pública”.
Por su parte, la organización Amnistía Internacional celebró el “logro, que sirve como inspiración para que otros países de la región y el mundo avancen en el reconocimiento del acceso al aborto legal y seguro”.