Aunque el Secretario de Gobierno de Tlaxcala, Sergio González, tiene sobre su escritorio un ciento de pendientes, el funcionario prefirió irse a meter a un evento donde no le habían llamado y hablar de algo que no tenía nada que ver, sólo para saciar su ego.

Durante más de un año la Secretaría de Desarrollo Económico, a cargo de Javier Marroquín Calderón, trabajó en las gestiones para lograr que la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, visitara la capital tlaxcalteca para firmar un importante convenio en materia de innovación digital para la simplificación de la administración pública y dictar una conferencia sobre políticas públicas exitosas.

Sin embargo, el bribón de Sergio González aprovechó el escaparate y los reflectores para auto invitarse al presidio y una vez con micrófono en mano comenzó a dar una perorata de temas que nada tenían que ver como: la densidad poblacional, las similitudes entre ambas entidades, cuántos tlaxcaltecas trabajan en la capital del país, pero del tema de innovación digital ni una palabra.

Ese narcisismo reveló su falta de conocimiento en mejora regulatoria y digitalización de trámites, temas centrales del evento, del pasado fin de semana.

Y en parte es comprensible que el encargado de Gobierno desconociera del tema, como hemos dicho esos tópicos los atiende la Comisión Estatal de Mejora Regulatoria de Tlaxcala, que depende justamente de la Sedeco.

Lo que no es justificable son sus bromas de mal gusto y su desarticulado mensaje que hicieron que tanto la gobernadora Lorena Cuéllar como Claudia Sheinbaum se miraran un par de veces con gestos de incredulidad.

El protagonismo de González Hernández se ha visto en otras ocasiones como en la reciente Final de Copa de Tiro con Arco, evento de talla internacional en donde simplemente omitió el esfuerzo de los deportistas tlaxcaltecos.

Estos arrebatos han demostrado la enorme fractura que existe al interior del gabinete de Lorena Cuéllar ya que nadie tuvo la prudencia de decirle al señor que se sentara y dejara a un lado sus intereses personales.

Es preocupante que el hombre encargado de la política interior del estado y la gobernabilidad del mismo esté más angustiado por salir en las fotos que por resolver los pendientes de su escritorio.