Amigos de Contragolpe que gusto saludarlos una semana más en este su espacio deportivo semanal donde platicamos de los temas del momento.

Como ya se mencionó en el titular hemos visto como pocas veces la felicidad que emana ganar un puesto peleado, codiciado y muchas veces, arriesgado.

Una silla, por ley dura seis años y de se sabe que todo en su alrededor da poder y por si mismo termina por ser una expectativa difícil de cumplir ante las complejidades del cargo.

La otra, que tiene una presión que a veces no se entiende, puede ser efímera como dos partidos o extensa como cuatro años generando un agotamiento y un desgaste notorio en el cierre del ciclo.

Al final, ambas están ocupadas por gente que en su momento fue elegida y que de un momento a otro podrían ser cambiados, uno de antemano se sabe que el próximo 1 de octubre sucederá y el otro, reiteran que hasta julio del 2026.

Sinceramente es entendible la ilusión por llegar a semejantes sitios, la realidad es que jamás había visto a gente tan feliz por haberse sacado la Rifa del Tigre, es decir un premio importante que trae escondido un peligro o una situación incómoda.

La silla más importante de México vivirá un cambio histórico y a su paso romperá algunos esquemas, por ello vamos a enfocarnos a la que nos corresponde analizar que es la segunda silla más caliente del país.

En el actual proceso rumbo al 2026, esa silla ya tuvo dos ocupantes, uno no llegó ni a los seis meses y el otro apenas está por cumplir un año al mando.

El cambio parecía una de las típicas tácticas de nuestro fútbol de hacer una solución inmediata y así funcionó pues Jaime Lozano terminó siendo el bombero de bronce en el verano pasado.

Luego de casi 365 días al mando, ha quedado atrás ese colchón de interinato y está metido en una auténtica lucha contra los resultados para evitar especulaciones de su futuro.

Las pruebas en los amistosos previos a Copa América hablaron por sí solos. Independientemente de las derrotas, está claro que México padece muchísimo en defensa y es algo que ni Jimmy, ni Cocca, ni mucho menos Tata Martino pudieron arreglar.

Estamos a dos semanas de ver la única prueba de fuego en la Selección Mexicana rumbo al 2026 y las sensaciones están muy lejos del optimismo, pues hay razones para tener eso presente.

Jimmy Lozano ha sido ratificado hasta el Mundial, pero el hecho de que constantemente se le esté dando espaldarazos, al menos en el fútbol, es un síntoma inequívoco de que está pasando todo lo contrario.

Este verano, a diferencia del pasado, Jimmy Lozano tiene mucho que perder y poco que ganar sí consigue los resultados deseados no solo en la cancha, sino también en las taquillas, porque sin México en la Unión Americana, se va parte del negocio.

Veremos, pero en este momento el Jimmy Lozano tiene la prueba más importante de su carrera como entrenador.

Porque los récords se hicieron para romperse

Nos leemos en la próxima

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