Felipe y Letizia miran a los huehues. La máscara, pícara creación novohispana, contempla frente a frente los rostros que inicialmente buscaba ridiculizar. Sus negras barbas, sobre la careta de madera, son de acrílico artesanal; en sus mejillas, un rubor cómico acompaña a la risita ingenua que se posa de comisura a comisura sobre el fino rostro pulido a mano. Son las expresiones de los nobles españoles durante sus fiestas, lejos de la Corona alrededor del siglo XVII; las ausentes manos artesanas de Tlaxco e Ixtenco trabajaron las máscaras que hoy observa la realeza.

Cerca de ahí, el arte efímero de Huamantla atrae la atención de varios de los 225 mil visitantes de la Feria Internacional del Turismo (FITUR) 2025 en IFEMA Madrid. Sobre el suelo, el aserrín teñido, la arena y las semillas capturan las miradas entusiasmadas. Un México anacrónico, donde nada pasa. Lo prehispánico, como siempre, es el mensaje seguro, cómodas imágenes hollywoodenses de papel picado al estilo Emilia Pérez o Coco. Al espectador se le da lo que pide ver.

Los reyes de España inauguraron la 45ª edición del evento. Allí, la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar, junto con sus cartas fuertes, Fabricio Mena y Karen Villeda, titulares de las secretarías de Turismo y Cultura, respectivamente, sonríen ante los flashes madrileños. El turismo y la cultura son áreas complementarias. El primero, indicó la mandataria, es la segunda fuente de empleo en Tlaxcala, una que ha dejado más de 2 mil millones desde 2021 a la fecha.

Lejos del continente europeo, el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías informó que gran parte de los artesanos son, en realidad, mujeres de más de 60 años en condiciones de marginación, siendo el ingreso promedio de este sector de hasta 6 mil 500 pesos mensuales, de acuerdo con datos del mismo Gobierno de México. Esta cifra, por debajo del salario mínimo, mantiene a las y los artesanos en condiciones muy cercanas a la pobreza laboral, pues el 80 por ciento de ellos realiza sus productos bajo la informalidad, lo que limita su acceso a servicios de salud e impacta en su estabilidad económica.

En Tlaxcala, según el discurso oficial, se brinda apoyo a los artesanos. Aunque no se cuentan con datos sobre sus iniciativas ni del destino de sus recursos, la Casa de las Artesanías de Tlaxcala y el Museo Vivo de Artes y Tradiciones Populares de Tlaxcala son las piedras angulares del discurso estatal, pues son los primeros encargados de proyectar el arte tradicional. Este recinto, lugar desde donde gobernaron los abuelos de Lorena Cuéllar, Joaquín Cisneros Molina y Crisanto Cuéllar Abaroa, se convirtió, por órdenes de la mandataria, en un centro cultural. El interés hacia esta área, por su gran potencial lucrativo, ha sido una constante familiar.

El organismo, a pesar de no informar datos sobre sus funciones, reportó gastos de 9 millones 551 mil 571.38 pesos tan solo en los primeros nueve meses de 2024. Las cifras son inconsistentes: por ejemplo, en el rubro de BECAS Y OTRAS AYUDAS PARA PROGRAMAS DE CAPACITACIÓN, la Casa de Artesanías reportó un gasto de 169 mil 975.96 pesos en tan solo dos meses, de julio a septiembre de 2024, aunque no detalla los beneficiarios ni las convocatorias de dichos apoyos. 

Pero en la FITUR todo es espectáculo. Las caretas pulidas ocultan la precariedad. Las artesanías y sus creadores son motivo de interés únicamente cuando están tras las vitrinas o en exhibición internacional. Anunciaron que, después de España, será México el país que albergue la siguiente edición del evento. ¿Cuánta ilusión permanecerá en los ojos de quienes miraron este ensueño cuando aterricen sobre nuestra realidad nacional?

Meses atrás, la imagen de morenas bailarinas con bordado de pepenado otomí paseando sobre los stands en Madrid eran una imagen mental difícil de concebir: lejos quedaron las tensiones que el expresidente Andrés Manuel López Obrador generó hacia el país europeo.

“Construimos puentes entre naciones hermanas”, publica en su foto la tlaxcalteca Josefina Rodríguez Zamora, a quien se le ve sonriendo detrás de las letras encendidas, vibrantes, representativas, de la Marca País México. A su lado, algunas figuras portan, orgullosas, huipiles bordados, símbolos de la herencia cultural. Los artesanos, dueños de esas obras, no aparecen en el post: ni con el atuendo protocolario, sus rostros indígenas —palabra tabú, cargada, precisa— de piel morena pertenecen a la investidura de trajes oscuros, camisas caquis y pantalones rectos. “¡Que viva México! ¡Que viva nuestra grandeza!”, termina el tuit.