“No es en las urnas, sino en las aulas donde se juega el futuro y, tal vez, no las aquilatamos como debimos”, aseguró Emilio José Baños Ardavín, Rector de la UPAEP, en la inauguración del Cuarto Congreso Académico FIMPES, que se abrió hoy en la Ciudad de México bajo el título “Universidades de Calidad Formando Ciudadanos” y en el cual participan representantes de más de 100 instituciones de educación superior del país.

El también presidente del máximo órgano de representación de los centros educativos particulares del país consideró que el actual “hastío democrático” tienta a la ciudadanía a dudar sobre los efectos de la democracia como configuración social justa. Críticas, reconoció, que también han sido fraguadas con la ayuda de las instituciones de educación superior.

Sostuvo que los miembros de FIMPES tienen un deber “ineludible” y “una responsabilidad histórica”: formar ciudadanía. “No formar operadores políticos, no formar cuadros de reemplazo para la partidocracia, no formar voceros de ideologías… No estamos para eso. ¡La altura del desafío nos exige magnánimos, valientes y unidos!”, precisó.

Contrario a otras épocas, siguió, hoy más que nunca las universidades de calidad sienten su misión histórica y su deber frente a la situación por la que atraviesa la patria.

Con el correr del tiempo, añadió, ha quedado claro que el puro saber no basta, por ello la competencia involucra actitudes y disposiciones éticas y políticas. Se trata, estableció, de una “toma de conciencia” que ha impactado en el rediseño curricular de los planes y programas de estudio, y en las actividades formativas complementarias que se brindan a miles de jóvenes a lo largo y ancho de México, para que realmente sean protagonistas de una educación integral.

Más adelante, advirtió que no se puede ser ciudadano “a medias”, porque la ciudadanía es un “atributo exigente”, que implica tener conciencia de derechos y deberes, pero implica, también, la puesta en práctica de ciertas “virtudes sociales” que generan tejido social, permiten el diálogo y la toma de decisiones, que hacen posible la esperanza del bien común en un horizonte de tiempo.

“Ninguna de las grandes transformaciones de la patria obvió el rol decisivo de la educación. Las universidades no sólo somos la conciencia crítica de la sociedad, también somos constructores de ciudadanía. En la medida que lo hagamos –de allí la importancia de un generoso concepto de educación de ‘calidad’– estaremos construyendo futuro, patria y esperanza”.

“Pasaremos a la historia, y recordemos que la historia no la escribiremos artificialmente nosotros mismos sino la memoria agradecida de un pueblo, en la medida que hayamos hecho una apuesta tal por la calidad educativa que haya repercutido en la fragua de una ciudadanía de calidad y, por ende, en una democracia de calidad: digna de ser vivida y digna de ser recordada”.