Impresionante y conmovedora fue la fe y devoción que los poblanos demostraron tener al difunto Papa, al visitar las reliquias que llegaron a la capital de Puebla como si se tratara del mismo pontífice en persona y no solo una gota de su sangre.
Miles de personas no solo recibieron con porras, vivas y la canción “Amigo” de Roberto Carlos, a las ya sagradas reliquias del “Papa Peregrino”, sino que hicieron filas por cerca de dos horas durante toda la tarde y noche de este viernes tan solo para tocar unos segundos a la imagen de cera en la Basílica Catedral de Puebla.
Hasta la noche de este viernes pudieron contarse hasta tres filas por lo menos ocho calles cada una, desde la 3 Oriente hasta la 9 Oriente y 4 Sur, así como hacia la avenida Juan de Palafox y 4 Sur, donde se podía ver formada a gente de cualquier edad.
Horas antes a cientos de ancianitos no les importó esperar de pie durante varias horas la misa oficiada por el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa, a pesar de ser relegados de la que llamaron “Zona VIP”, en la que dieron preferencia a los políticos y la jerarquía del clero.
Sin embargo, el fervor y devoción de los poblanos fue mucho más grande y literalmente se desbordó como nunca por figura de Juan Pablos II, cuya imagen emocionó a miles de personas que atiborraron las calles del primer cuadro. El llanto no se hizo esperar, sobre todo en niños, adolescentes y personas de la tercera edad, quienes con lágrimas vitorearon al papa que visitó hace 32 años Puebla y que ahora regresó sólo una parte de él.
Muchas personas recordaron de esta manera aquel 28 de enero de 1979, cuando visitó por primera y única vez el estado de Puebla, gira en la que recorrió las mismas calles que ahora hicieron sus reliquias.
Las reliquias consisten en una capsula de sangre del beato colocada en un relicario en forma de cruz y pegada al pecho de la figura de cera, de tamaño natural, que está vestida con los ornamentos pontificios. La reliquia llamada de segundo grado fue la banda o fajín papal que utilizó el sumo pontífice.
La llegada
Alrededor de las 9:00 horas el convoy que trasladaba las reliquias en una minivan llegó a Puebla por el bulevar Hermanos Serdán, donde esperaban cientos de fieles a lo largo de las avenidas para ver unos segundos la imagen que porta las reliquias. Al llegar al colegio Benavente, donde era esperada la comitiva por al menos 2 mil estudiantes y feligreses. Ahí, la minivan que transportaba las reliquias dio una vuelta completa al patio del inmueble, donde arrancó las primeras lágrimas de decenas de estudiantes, quienes no soportaron la emoción por ver de cerca la imagen del papa, como si se tratara de su cuerpo completo. Una vez celebrada una pequeña lectura de la Biblia por el mismo arzobispo de Puebla, la comitiva emprendió una procesión hacia la Catedral de Puebla, en la cual la “crema y nata” del clero poblano se transportó en el mismo Papamóvil que utilizara Juan Pablo II en 1979.
En todo el trayecto no faltaron las porras, los vivas, los rosarios, los “Juan Pablo segundo, te quiere todo el mundo” y la inolvidable canción de “Amigo”, que fue cantada tanto por escolares de preescolar, pasando por jóvenes de preparatorias, hasta personas de la tercera edad.
Entre la multitud se encontraba dona Jovita, una persona de la tercera edad, de aproximados 75 años de edad, quien llevaba en un fólder de plástico las fotografías de toda su familia, ahora radicada en Estados Unidos. “Vengo a pedirle al papa por mi familia, que me los cuide, todos ya están en Estados Unidos; me dejaron solita, pero aquí siempre rezó por ellos”, interrumpió sus palabras para soltar en llanto.
“Tengo mucha fe en mi papa, él me los va a cuidar y también le vengo a pedir por mí, la otra semana me operan de mis piernas, vengo a pedirle que no me vaya a quedar paralítica, pero más le pido por mis hijos y nietos.”
Asimismo, en las calles podía verse a estudiantes de varias escuelas, como el Instituto Iberia, cuyos estudiantes con fe vitoreaban a la comitiva.
La seguridad, aunque dura, no fue excesiva y cualquier persona podía “colarse” a tocar la camioneta sin ningún problema, más que el esquivar a algunas personas que resguardaban hombro a hombro la unidad.
La Zona VIP
Desafortunadamente lo que más fue criticado por los feligreses fue la que llamaron “Zona VIP”, ya que las autoridades eclesiásticas dividieron el atrio de la Catedral en dos con decenas de vallas, para que “el pueblo” no pudiera acercarse al templete. Detrás de las vallas con fundas moradas podían verse decenas de ancianitos a quienes la fe hacía que ignoraran el cansancio de estar de pie mucho tiempo, y mucho más atrás fueron colocadas personas con capacidades diferentes, la mayoría en silla de ruedas.
Pero quienes estuvieron cómodos fueron tanto autoridades eclesiásticas como civiles, ya que lo mismo se santiguaba un sacerdote que un diputado y hasta funcionarios del ayuntamiento. Por ejemplo se pudo ver a los políticos entre rezo y rezo, a quienes no les importaba que fuera horario laboral, como el caso de los diputados local del Partido Revolucionario Institucional, Víctor Hugo Islas y José Luis Márquez, coordinador de la bancada priista en el Congreso del estado.
Otros que se santiguaban eran al jefe de la Jurisdicción Sanitaria de Puebla, Genaro Ramírez, además del regidor de Gobernación del ayuntamiento, Jaime Zurita y a Enrique Guevara, del Consejo de Seguridad de la misma comuna.
Quien aprovechó las influencias de la “Zona VIP” para poder acercarse a las reliquias del beato fue Ignacio Dávila, director de Comunicación Social del ayuntamiento de Eduardo Rivera, quien llegó acompañado de toda su familia.
Ambulantes
Quienes al parecer tuvieron la bendición de hacer su “agosto” en pleno centro de la ciudad fueron los vendedores ambulantes, quienes llenaron las calles con puestos improvisados donde la mercadotecnia central era la imagen de Juan Pablo II. Pero la bendición al parecer no vino del querido beato, sino del mismo Jaime Zurita, ya que decenas de vendedores ocupaban las aceras para vender desde fotografías hasta grandes cuadros de Juan Pablo II.
Las fotografías del papa vivo y de la misma imagen de cera oscilaban entre los 10 y 15 pesos dependiendo del tamaño de la foto, de la fe y del bolsillo del cliente. También se vendían rosarios, carteles, pulseras de tela de a cinco pesos, estampitas con la imagen y la oración, todo a precios módicos entre 10 y 20 pesos.
Las calles ocupadas por los vendedores hasta altas horas de la noche fueron desde la 9 Oriente hasta Catedral (3 oriente) sobre la 16 de Septiembre y algunas de la 5 de Mayo hasta la 4 Poniente. “Un tenemos un chingo de productos del papa, ahora si nos dieron permiso; nos dijeron que nada más no ocupáramos mucho espacio”, comentó un vendedor a Intolerancia Diario, quien afirmó haber vendido más de 200 fotografías en apenas tres horas.
El mensaje
Durante la celebración eucarística, Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla, acompañado por los obispos auxiliares Eugenio Lira Rugarcía y Dagoberto Sosa, recordó las palabras de aquel Papa que se declaró mexicano.
“No tengan miedo, abran su corazón a Cristo”, citó, al tiempo de llamar a los fieles a pedir por la paz, por la vida, la armonía y reforzar los valores.