En el Día Internacional de la Mujer, hay todavía motivos para no celebrar del todo esta conmemoración. Y es que en Puebla, la mujer sigue siendo objeto de diferentes atentados a su integridad física, enfermedades así como ataques a su dignidad.


De acuerdo a estadísticas de la jefatura de Prevención y Atención a la Violencia del DIF Municipal un 70 por ciento de las mujeres atendidas por la dependencia tienen que ver con la violencia en su contra.


De estas, menos del 10 por ciento decide denunciar a sus agresores por temor, porque les gusta recibir golpes o por no afectar a sus hijos, lo anterior, si se toma en cuenta que de los 370 casos presentados el año pasado en este tema, solo 30 de ellos siguieron su cauce legal por las agredidas, así lo aseguró la jefa de este departamento del DIF Municipal, Claudia Chapa.


La funcionaria municipal admitió que se mantiene el crecimiento en cuanto a reportes de maltrato hacia las mujeres, pues en los dos primeros meses del año se han recibido 15 reportes de violencia contra la mujer, lo cual es un número alto.


Indicó que aún cuando del total e reportes por violencia en contra de una mujer ya lo denuncia de primera mano el 40 por ciento y no a través de terceras personas, desafortunadamente no dan seguimiento a sus casos.


Claudia Chapa reconoció que hay un incremento en los casos de violencia psicológica, pues de todos los casos el 50 por ciento se trata de estas situaciones que pueden llevar a una mujer hasta a tomar la decisión de suicidarse en los casos más graves.


La jefa del departamento de Prevención y Atención a la Violencia del DIF Municipal lamentó que nuestro país el 82 por ciento de los padres de familia todavía piense que la educación de los hijos sea a base de golpes y que de estos el 60 por ciento se haga en contra de una mujer.


Aunque el término “normal” no es apto para calificar a la violencia en Puebla, la especialista aseguró que lo más preocupante es que la denuncia sigue siendo el principal problema para erradicar este mal social.


Lo que está pasando es que en la mayoría de los casos la mujer sigue teniendo miedo de enfrentar a su agresor por ser el padre de sus hijos o algún familiar, lo cual impide el seguimiento legal correspondiente porque al final desisten de seguir.