Rafael Moreno Valle salió al balcón del palacio municipal. 

No pasarían más de unos quince minutos entre su arribo y su salida del recinto en donde fue él mismo y sus circunstancias.

Sólo y su alma. O casi. Porque es un decir. En México los políticos sólo tienen marketing y asesores que es su única alma.

Apenas avanzó tomando la bandera, su esposa, Martha Erika, única testigo del acontecimiento en el balcón, observó a la congregación de poblanos, quienes desde el zócalo, segregados por vallas metálicas, seguían la parafernalia patriótica.

Afuera del palacio municipal no había marchas de la 28 de Octubre exigiendo la libertad de Simitrio pero tampoco devotos de la patria sino la orquesta de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal apegada al canon del nacionalismo musical.

En un segundo plano, en el balcón decimonónico, sin robarle reflectores, su esposa lucía un vestido de noche de tenues motivos patrióticos.

El gobernador poblano tañía la campana. El repique se escuchó en el perímetro del zócalo.

El político siguió al pie de la letra el ritual patriótico sin los fantasmas del futurismo político que lo acecharon como en el trienio pasado.

Una bandera desplegada cubría el balcón del palacio. Sobre la sobria fachada de la arquitectura palaciega motivos y grecas nacionalistas ad hoc.

Moreno Valle cerró su mano en una señal de fuerza.

-Mexicanos- el político miró al frente e hizo una ensayada pausa- “Viva la independencia nacional”- el gesto enérgico pero ensayado le confirió firmeza.

El gobernador agitaba su puño hacia arriba y hacia abajo.

-Viva Hidalgo- clamo el político. Con otro “viva” respondió la gente.

-Viva Allende-en las primeras filas se encontraban personas afines al gobierno estatal transportadas exprofeso para la secuencia patriótica.

-Viva Aldama-el político se colocó en modo patriota.

-Viva Morelos-la patria chalupera aguardaba en las calles aledañas.

-Viva Guerrero-en el aire de Puebla y del país quedaba la desaparición de los 43, en el estado al que el patriota Vicente Guerrero le dio nombre.

-Viva Josefa Ortiz de Domínguez- fue el estentóreo decir del gobernador. Nadie coreó no más feminicidios como las feministas de Odesyr que marcharon el lunes por las calles del centro histórico sino un seco “viva”.

-Viva Leona Vicario..- quien entregó su fortuna para financiar a los insurgentes.

-Viva Puebla-clamó Moreno Valle.

-Viva Puebla-arreció Moreno Valle su arenga.

-Viva México-pero el furor de la patria siguió siendo inasible.

-Viva México-clamaron los poblanos que caminaron desde el parque de Analco donde se estacionaron sus camiones hasta el zócalo de la ciudad para ocupar los lugares próximos a la valla metálica frente al palacio municipal, uniformados con impermeables azules, blindando como sucedió en los gritos del trienio de Luis Paredes y en el sexenio de Mario Marín, cualquier desliz de protesta.

-Viva México..-culminó el gobernante.

El gobernador tomó el cordón de la campana y lo jaló cinco veces.

A continuación ondeó la bandera nacional mientras su esposa, Martha Erika Alonso, aplaudía.

Entonces, mientras el político poblano ondeaba el lábaro patrio tímidamente se acercó al balcón, el alcalde, Antonio Gali. Detrás de él, su esposa, Dinorah.

Luego de entonar el himno nacional los fuegos artificiales surcaron el cielo estallando sus figuras geométricas en el aire.

Embelesados, los políticos miraron al cielo.

Se escuchaba como música de fondo el Huapango de Pablo Moncayo interpretado por la orquesta de la Secretaría de Seguridad Pública.

Pero la fiesta fue para los funcionarios estatales quienes se transportaron de inmediato del palacio municipal a la Plaza de la Victoria.

Al momento de abandonar el palacio municipal, reporteros alcanzaron a lanzar una pregunta al gobernador de Puebla:

¿Gobernador, qué opina de la postulación de su esposa?

El político respondió políticamente:

-¡Qué bueno que tenga esa posibilidad!

Sobre la avenida Reforma, a la altura de la 2 sur se colocaron vallas metálicas que dividieron la banqueta de la calle. La amplia avenida lucía desierta para facilitar la salida del convoy de vehículos oficiales en los cuáles los políticos se transportaron a la Plaza de la Victoria donde horas antes se había presentado el grupo femenino Pandora.

En el zócalo quedaron los fieles de esa patria para desacomplejados musicales que disfrutaron a la antecesora de perreo: a Paquita la del Barrio.

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En Los Fuertes, Pandora, épico trío del México ochentero del priismo hegemónico y del raúlvelasquismo musical, no abrieron ninguna caja de malos augurios. La patria se festeja con el cantante Óscar Cruz quien les había teloneado con su mariachi.

En la plaza de la Victoria el poder se compartió en parejas. Siempre acompañado del alcalde y de su esposa, a unos cuantos pasos, el gobernador repitió clonó con variantes – como desde hace cinco años lo inició- su festejo patriótico en la expanda preferida donde lo mismo se festeja a la patria que se recibe a los candidatos del PAN a la dirigencia nacional.

De nuevo el embeleso ante los fuegos artificiales en la Plaza de la Victoria, icono arquitectónico de la mayoría de edad morenovallista en su relación con el poder.

Luego del izamiento de bandera, en un verdadero remake patriótico, los fuegos artificiales cubrieron el cielo.

De nuevo la zona VIP y de nuevo el gran público. De nuevo las sombrillas y los impermeables propagandísticos.

El espectáculo pirotécnico antes de que llegara la apoteosis pop musical de Camila a un año del siguiente proceso electoral.