Trabajadores de los talleres de muebles rústicos de la casa localizada en la 5 Oriente 605, fueron desalojados, después de que el propietario del vetusto inmueble ganara el proceso jurídico que le otorga el derecho de tomar posesión.
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Un grupo de cinco afectados que pidió la gracia del anonimato, destacó que la medida fue injusta porque ya habían llegado a un acuerdo verbal con el representante del inmueble.
Revelaron que ya tenían la palabra de no ser desalojados, así como de cubrir nuevas cuotas mensuales de rentas fijadas por el propietario del lugar.
Los quejosos informaron que esa casa era parte de su vida porque ya la sentían propia, al rentar desde hace 20 años los espacios que lamentablemente ya no pudieron mantener por el proceso legal a favor del dueño y por el incumplimiento a la palabra del representante legal de su casero.
Existe un proyecto en el que la Plazuela de Los Sapos se convertirá en un lugar muy nice de la Angelópolis por la inversión que recibirá de la iniciativa privada que ya construye un hotel atrás de la clínica II del IMSS.
Con el transcurso del tiempo, los inversionistas pretenden hacer de la Plazuela de Los Sapos una especie de Colonia Condesa de la Ciudad de México.
Algunos talleres de inmuebles rústicos se conservarán en esa zona céntrica de la Puebla colonial para darle ese toque pintoresco que requiere una ciudad denominada patrimonio histórico de la humanidad por la UNESCO.
De acuerdo a los vecinos del inmueble, el propietario rehabilitará su propiedad para rentarla al mejor postor.
Según los habitantes de esa casa, el nuevo giro puede ser desde un restaurante muy “cuco” hasta un cafecito de esos caros como los de la Ciudad de México pero “eso sí con muchos clientes”.
Los gerentes de algunos negocios establecidos a la redonda de esa precisaron que prefieren tener de vecinos a trabajadores de un nuevo restaurante, café u hotel que a los fabricantes de muebles rústicos.
El enfado hasta cierto punto fue provocado porque esa casa se convirtió con el paso del tiempo en aliada de malandrines, que con el pretexto de comprar muebles, entraban para evitar el peso de la ley.
Los trabajadores de los talleres rústicos indicaron que ahora tendrán que ir a laborar a donde sus patrones les indiquen sin importar si es en la periferia de la ciudad o en el mismo centro histórico poblano.
El peso de la ley les cayó
Así, serán expulsados sin importar la antigüedad de 20 años de inquilinos de esa vetusta casa que le da un aire a la de la Familia Monster por carecer de pintura en su interior –al parecer era amarrillo con detalles blancos– porque nunca le dieron su manita de gato.
Los trabajadores lamentaban su suerte porque no es lo mismo trabajar en el centro histórico que un una colonia alejada del sur de la capital, si bien les va.
Los ebanistas conocerán la dirección a través de una llamada telefónica a su domicilio porque –según– destacaron no usas teléfonos móviles.
Así, los “dueños” de inmuebles rústicos escribirán otra página en su historia en otro lugar de Puebla, donde seguramente sus clientes acudirán por la calidad que presumen de sus terminados y acabados en los muebles para darles ese toque antiguo.