Una vez más, Puebla fue la ciudad locura por el ingreso a la escuela de más de 8 mil estudiantes. El operativo montado por Tránsito Municipal trabajó a medias porque los padres de familia, como siempre, invadieron los carriles izquierdos y derechos de las escuelas para alentar al máximo la circulación.

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Los niños y jóvenes alejados de la realidad vial trataban de sacudirse la modorra provocada por el primer día de clases. Los pequeños del jardín de niños del CENHCH ingresaron a las aulas como sí no hubieren tenido un periodo vacacional.

A las afueras del CENHCH, en la 11 Oriente y el bulevar 5 de mayo, los ambulantes impedían el tránsito peatonal y el arroyo vial se convirtió en el parquímetro de los autos de los padres de familia, quienes solo dejaron el carril central para la circulación. Los microbuseros comenzaron a reflejar su impaciencia tocando los típicos sonidos esenciales del recordatorio maternal adelantado del 10 de Mayo.

Los agentes viales fueron superados por los “gandallas” padres de familia quienes, como siempre, anteponen sus intereses a los de la mayor parte de la población que usa el sistema colectivo de transporte para llegar puntual a sus centros de labores.

El tráfico es ese punto medular de la ciudad fue mayúsculo porque el arroyo vial es para tres unidades, los podres de familia usaron los carriles izquierdos y derechos para dejar a sus retoños a unos cuantos pasos de la puerta, para no desgastarse caminando.

El horizonte fue similar en cada área donde se ubican planteles escolares, la 11 Sur no fue la excepción, entre la 11 y 9 Poniente, los padres se apropiaron del carril de la derecha para “desembarcar” a sus hijos en la Héroes de Reforma. La intensidad del movimiento vial en la 11 Sur en esa área se incrementó por el carril confinado para Ruta 2.

En la zona del colegio Americano, el panorama no cambió porque los padres a pesar de tener un carril especial en la lateral del puente de la 31 Poniente y bulevar Atlixco, estacionan sus asuntos y camionetas en ambas laterales para contribuir en las obstrucción del tránsito. La hora de la salida no cambió el horizonte de esa área de la capital, los únicos que sufrieron verdaderamente el regreso a clases fueron los usuarios de colectivos porque, un recorrido sin tránsito de la 31 Poniente a la 11 Sur se realiza en menos de 15 minutos, si existe sincronía total en los semáforos. Pero en esta etapa de vida académica, los microbuses realizan de 30 a 40 minutos por las paradas constantes que realizan también en cada esquina.

La ciudad, con su crecimiento, ha logrado saturar la circulación en zonas donde antes no se notaba la lentitud del tránsito, como en la 5 Poniente entre 11 y 9 Sur donde se ubica la escuela Leona Vicario. Los padres repitieron la misma fórmula, al estacionar sus unidades en el carril de la derecha.

Pero si el tráfico se incrementó por la destreza de los papás para estacionar sí o sí sus unidades en la parte “preferente” de los carriles más cercanos a la entrada de los colegios, los vehículos y camiones de servicio de transporte no se quedaron atrás al estacionarse sin recato a unos cuantos metros de las entradas para evitar que los chicos y chicas caminaran más de lo necesario.

En la 11 Sur-Norte, los únicos que ganaron en esta área fueron los usuarios de Ruta porque las unidades solo esperan a que los pasajeros salgan y entren en periodo razonable; aquí se convirtieron en perdedores los conductores que circulaban en horarios de entrada y salida de alumnos por el carril central y de la derecha de la supuesta vía rápida de movilidad vehicular.

El ver varios autos estacionados a los lados de las laterales donde se localizan escuelas es un verdadero espectáculo porque el ruido de los motores y claxon de las unidades, al momento de conjugarse conforman un ruido estridente que únicamente soportan los papás y mamás de los escolares.

En los planteles de tiempo completo, los alumnos se quedan en clases hasta las 16:00 horas. Los libros ya están en las escuelas ya sólo es cuestión de que los estudiantes lleguen en ambos turnos para que se los entreguen.

Después del primer día de regreso a clases, las poblanos nuevamente se acostumbrarán a esta espantosa dinámica en la que los tiempos de arribo a escuelas y centros labores se llegan a duplicar y en casos a triplicar si viven en las orillas de la ciudad y asisten a un plantel escolar localizado en el centro histórico.