Han transcurrido dos años, 730 días y más de 17 mil 500 horas, después de jurar como la primera alcaldesa de izquierda de Puebla el 15 de octubre de 2018, Claudia Rivera Vivanco no ha sentido el rigor de un terremoto al seno del Ayuntamiento, pero sí los movimientos telúricos derivados por sus acciones de inclusión de grupos minoritarios en programas de gobierno, además por su lucha en contra de la corrupción sin importar la cercanía de una amistad incrustada en la administración. 

No se arrepiente de ninguna decisión ni de ninguna respuesta a sus detractores, arropados por un viejo modelo político que siempre excluyó a esos grupos que ahora tienen voz. 

Pero aclara que el ser presidente municipal de Puebla es el máximo honor que tiene un ciudadano por la confianza depositada en las urnas, en donde derrotó por más de 3 a 1 al panista Eduardo Rivera Pérez, quien pretendió gobernar por segunda vez a la Angelópolis. 

La alcaldesa valora también la lucha que mantiene por mantener la transparencia de su gestión, aunque a varios actores políticos y de otros sectores no agrade la nitidez del manejo de los recursos públicos. 

Además tampoco le incomoda ni se arrepiente de las respuestas a sus "feroces" detractores que únicamente quieren mantener los privilegios del pasado gastando los recursos del pueblo.

“No me arrepiento de serle fiel y leal a mis convicciones como persona y, por supuesto, a las que son parte de un proyecto de nación encabezadas por el presidente Andrés Manuel López Obrador, esa fue la confianza que me depositaron los ciudadanos y que ahora se manifiesta en todos los rincones de Puebla".