Después de los arranques de campaña, entraron los equipos de ambos candidatos en una guerra para presumir su poder de convocatoria y a competir en el número de asistentes en sus respectivos mítines.
Medir el primer día de campaña con base en la cantidad de asistentes, es tan ocioso y absurdo, como salir a presumir que ganaste el debate al término del mismo o presumir el resultado de tu propia encuestadora que te coloca 30, 40, 50 o 200 puntos por encima de tu rival.
Penosamente, estas prácticas electoreras exhiben el paupérrimo nivel de cultura política que tenemos los mexicanos.
Los actos masivos no ganan elecciones, lo que sí generan, es percepción.
Y es ahí en donde el mitin de la alianza opositora realizado en la Plaza de la Victoria en Los Fuertes, le da oxígeno puro a quienes comulgan con Xóchitl Gálvez, Eduardo Rivera, Mario Riestra y los candidatos del PAN, PRI, PRD y PSI.
Lo que vimos ayer entre los equipos de la 4T y el frente opositor, no fue otra cosa que usar sus fortalezas para mostrar el músculo.
Una especie de ritual entre machos Alpha, enseñando su poderío y virilidad ante la hembra electora.
De ahí que Alejandro Armenta haya decidido iniciar en su tierra natal, para arroparse con el principal activo morenista, que no es otro que la estructura social, ubicada en su mayoría en el interior del estado.
Según los números de las encuestadoras serias, en el interior es en donde Armenta toma ventaja de hasta 20 puntos con relación a Rivera.
En contraposición, los partidos opositores decidieron que fuera en la zona metropolitana de la capital el lugar de su inicio, en donde los números los colocan en un virtual empate técnico.
No hay que darle vueltas, la elección arranca con las cartas muy claras sobre la mesa.
Morena y aliados saben que tienen que administrar la que aparenta ser una cómoda ventaja, mientras que azules, tricolores y amarillos apuestan a lograr una votación atípica cercana al 70 por ciento de participación, que los haga disolver diferencias.
Por lo pronto, entrar en la danza de las cifras de los eventos de ayer, es tan absurdo y vulgar como discutir entre machos quién la tiene más grande.
Ni más, ni menos.