Sergio Salomón y Alejandro Armenta están en la posibilidad histórica de romper con las agitadas, ríspidas y tensas transiciones que se han visto en el pasado.

Recordemos que aun cuando Manuel Bartlett y Melquiades Morales provenían del mismo partido, no podemos decir que haya sido un intercambio de camaradería. El hoy titular de la CFE volteó los ojos al entonces Distrito Federal y el cambio de poder fue drástico. Bartlett cerró el libro y dejó que Melquiades armara su llegada al poder.

Cuando fue el turno de Melquiades Morales de entregarle la estafeta a Mario Marín fue un tema pactado con el estilo de los viejos políticos, de acuerdos. Pacto de caballeros, podríamos decir.

Tanto así que Marín incluyó en su gabinete al que fuera secretario de Gobernación de Melquiades, Rómulo Arredondo y lo hizo titular de Comunicaciones y Transportes.

De la misma manera, designó al hermano del gobernador, Roberto Morales, como secretario estatal de Salud.

El paso de la alternancia, entre Mario Marín y Rafael Moreno Valle, fue de lo más seco y tenso que se recuerde. Era una guerra, donde se sentía un ambiente de venganza y resentimiento, misma que provocó el encarcelamiento del doctor Alfredo Arango, el destierro -con órdenes de aprehensión- de varios secretarios marinistas como Javier García Ramírez. Además del exilio del exgobernador priista.

Cuando a Moreno Valle le tocó el turno de entregar a Tony Gali el poder, pese a que eran de la misma coalición e incluso fue el candidato de Rafael, fue una de las más duras.

El Señor de los Cerros nunca dejó el protagonismo y soltar el poder fue una de las cosas que más trabajo le costó. Siempre quiso marcar que él era quien mandaba y le dejó un margen estrecho de maniobra a Gali.

Más que una tersa relación fue la lucha para demostrar que Rafael seguiría mandando cosa que a Tony le costó mucho trabajo y más aún, marcar su nuevo territorio.

Con Martha Erika, después de la guerra jurídica-electoral, hubo una fricción porque Martha no le cumplió acuerdos a Tony, para mantener a dos o tres secretarios en el futuro gobierno. Esto lo llevó a no anunciar el aumento al transporte público, en una clara muestra de enojo. Gali no estaba dispuesto a asumir ese costo político cuando le incumplieron las promesas.

Aunque fueron muy pocos días, terminaron en una relación de ruptura total.

Después vino el calvario de las gubernaturas cortas, hasta ahora que se dan las circunstancias para convertir la sucesión en histórica dada la afinidad, estilo y los personajes en común entre ambos equipos.

Pese a estas tres cualidades, ellas no quitan al demonio de la sucesión que termina generando fricciones y fracturas entre los equipos.

El clima terso, de camaradería, de respetar los tiempos, que ayer mostraron en la rueda de prensa, ¿podrán mantenerlo?

Sólo el tiempo lo dirá.

Veremos y diremos.