Resguardar la vida e integridad de quienes asisten a centros nocturnos, bares, antros y demás negocios del giro es uno de los aciertos que ofrece la reforma a la Ley para la Venta y Suministro de Bebidas Alcohólicas del Estado de Puebla.
Obligados, los establecimientos deberán contar con cámaras de videograbación que lo mismo vigilen a quienes consumen dentro que a quienes se encuentran en las inmediaciones de los mismos.
Más allá de la invasión a la privacidad, quienes acudan a los sitios en donde venden alcohol podrán estar más seguros, al saber que la ley obliga a que todo el material grabado se mantendrá disponible para las autoridades, al menos 30 días.
Sin embargo, la reforma, que también alcanzó a la Ley de Seguridad Privada y al Código Penal, cuenta con claroscuros, el principal es que al fijar una hora límite de manera general se producirán otras afectaciones.
En todos los lugares en donde se ha implementado un horario límite ha sido una aparente solución que al final ha dado más problemas.
A las 2:30 de la mañana todos los sitios donde se sirve alcohol deberán bajar las cortinas y comenzar a sacar a los clientes, generando así un movimiento inusual de miles de personas que necesitan desplazarse.
Muchas de estas personas lo harán en vehículos propios y no alcanzarán los alcoholímetros para evitar que quienes quieren llegar a sus casas o continuar en otro sitio, manejen bajo los influjos del alcohol.
Es decir, que la salida masiva es, desde el punto de vista de seguridad y de movilidad, un riesgo. Sería una mojigatería pensar que la gente saldrá del bar directo a su casa a descansar.
Hay que reconocer que quienes ya están entonados decidirán continuar la fiesta en otros lugares, como ya todos los sitios estarán cerrados, se provocará que lleguen a casas y departamentos a generar disturbios entre los vecinos, pleitos callejeros y riñas; lo que nuevamente se traduce en inseguridad.
No se trata de una suposición, es, insisto, el resultado de la aplicación de esta medida en varias ciudades con vida nocturna.
Las casas habitación no están diseñadas para aislar el sonido de las fiestas ni cuentan con los espacios adecuados para el consumo desmedido de alcohol.
Si lo que se busca es acabar con las riñas, muertes y agresiones que se generan por la venta de alcohol, bien podrían iniciar por hacer una limpia real de los lugares clandestinos, supervisiones para evitar la venta de alcohol adulterado y erradicar con los arrancones que se dan frente a los ojos de la autoridad; si no pueden regular estos puntos menos van a limitar el consumo de alcohol sólo con un horario.
Con medidas como la aprobada ayer se les dan más “herramientas” a quienes “cuidan” los llamados giros negros para que hagan negocio y ya sabemos que con la llegada de la corrupción todo se vuelve un círculo vicioso.
Finalmente habrá que señalar la propuesta del gobernador para que los negocios abran más temprano, a fin de que no se vean afectados económicamente los empresarios que han invertido en la infraestructura necesaria. Ese es otro punto a considerar.