La noche de ayer en Santa Rita Tlahuapan estuvo a punto de terminar en una enorme tragedia, en torno a la inauguración de uno de los espectáculos naturales más bellos del mundo: “la noche de las luciérnagas”.
Permítanme contarles esta historia.
Mientras que el gobierno estatal invierte fuertemente para atraer visitantes en una de las temporadas más turísticas del año —la de los chiles en nogada—, algunos prestadores de servicios pusieron en grave peligro a cientos de visitantes por falta de profesionalismo, en torno a este tesoro natural.
En estos tiempos de lluvias, ciertas zonas del estado se engalanan con el espectáculo que nos obsequia la naturaleza con la bellísima invasión de las luciérnagas. Miles de pequeñas luces que no dejan indiferente a nadie.
Santa Rita Tlahuapan, en camino a la Ciudad de México y delante de San Martín, es uno de los lugares más privilegiados para disfrutar del gran show. Tanto así, que este fin de semana, la presidenta municipal Rosiceli Díaz, dio por inaugurada la Temporada de Avistamiento de Luciérnagas 2024, y se atrevió a proponer que Tlahuapan fuera considerado como Pueblo Mágico por esta y otras bellezas naturales.
Habrá que ver si la situación que ayer domingo se desarrolló en el Rancho Los Ciervos se alinea con los objetivos de la presidenta reelecta.
Cobrando 220 pesos por persona, este lugar prometía la experiencia familiar de avistar luciérnagas, sin informar que el recorrido incluía un violento encuentro con ejidatarios armados.
Alrededor de las ocho de la noche, con casi mil turistas de todas edades y procedencias, los guías turísticos de Los Ciervos se enfrascaron en desigual batalla con ejidatarios de Santa Rita Tlahuapan armados con palos, piedras y machetes, dejando a los turistas abandonados en plena oscuridad de la Sierra Nevada.
La queja de los ejidatarios, más allá de la injustificable agresión, fue clara: las personas del rancho estaban invadiendo y llevando turistas a terrenos que no les pertenecen.
Los propios ejidatarios se disculparon con los turistas, diciendo que contra ellos no traían nada, pero que “estos cabrones sí se la estaban mamando”. El incidente quedará grabado en la mente de ese millar de visitantes, que recordarán la inauguración de la temporada de luciérnagas, como el día que sus vidas estuvieron en riesgo.
Entre el caos de la situación, los turistas tuvieron que bajar —como en cascada— del cerro a toda velocidad, envueltos en la incertidumbre y el miedo.
El personal operativo del rancho, pues la administración nunca apareció, se disculpó escuetamente con los visitantes, diciendo que les darían tamales para pasar el susto, evidenciando una falta total de protocolos, o de sentido común para manejar una crisis como la que ayer domingo se suscitó. Decenas de familias se rehusaron a pasar la noche en las cabañas del rancho, a lo que el personal respondió con un "usted disculpe, pero es lo que hay, y si quiere".
Niños llorando, personas en crisis, una mujer desmayada y una pésima experiencia que no pasó a mayores de milagro, fue el “afortunado” saldo de cientos de familias que no regresarán a Puebla ni de broma.
La secretaria Ornelas desde Turismo, y los titulares de protección civil estatal y municipal, así como la presidenta reelecta de Tlahuapan, Rosiceli Díaz, deberán de poner la lupa en estos prestadores de servicio, antes de que nuestras experiencias turísticas se extingan más rápido que el efímero espectáculo de las luciérnagas. Pudiendo comenzar con que estén inscritos estos y otros prestadores de servicios en el registro nacional de turismo.
Si la inseguridad carretera por sí misma ya es un obstáculo para quienes deciden visitar Puebla, estos hechos deben ser atendidos con seriedad por las diferentes instancias de gobierno, si no quieren que un día estemos hablando de una auténtica tragedia.
Estaremos pendientes.