"Soy joven. ¡Qué le voy a hacer!...", se defiende Usain Bolt, de 25 años, ante los reproches sobre sus excesos. La última fiesta en la que participó finalizó con su automóvil incrustado al costado de una carretera. En medio de la diversión y la preparación física, muestra su lado sensible y revela que le gustaría ser padre, pero que aún no ha encontrado a la madre adecuada.
 
En su Jamaica natal, jóvenes mujeres se agolpan en las puertas de revistas, periódicos, televisión para relatar sin pudor sus gestas sexuales con el ídolo del atletismo. Todos saben que para el plusmarquista mundial de 100, 200 y 4x100 metros, la vida es una fiesta permanente. 
 
Bolt salió ileso de su segundo accidente de tránsito ocurrido en Kingston hace un par de semanas, en el que la policía decidió abrir una investigación. Mientras tanto, se profundizan los debates sobre los riesgos que conlleva su vida disipada a un mes de que comiencen los Juegos Olímpicos. 
 
Quienes mejor lo conocen, hablan de una vida desordenada y cuentan con gracia que una vez olvidó sus medallas de oro de los Juegos de Pekín 2008 en un hotel de Nueva York, pero las recuperó más tarde. "Una vez al año, limpio mi habitación porque tengo la sensación de que debo hacerlo", confesó recientemente.
 
Días antes de emprender viaje a Inglaterra, Bolt mostró su lado más sensible. "Pienso que después de los Juegos de Londres podría haber llegado el momento de ser padre", reflexionó. Y a los pocos segundos cambió de opinión: “Me separé hace tres años de mi última novia. Así que pasarán un par de años hasta que pueda pensar en tener un hijo". Jamaica espera consagrarlo en el Olimpo de los Dioses.