Andy Murray se vengó de la derrota de hace menos de una mes sobre la misma hierba anteRoger Federer (6-2, 6-1, 6-4). El británico, sin Grand Slams en su carrera pese a llevar años en el cuarto puesto del ránking, logra así el mayor triunfo de su vida.
Y lo hace poco después de la que fue, posiblemente, la derrota más dura y contra el mismo rival. Entonces el suizo se impuso tras perder el primer set.
En esta ocasión no pudo hacer nada ante el huracán que fue el británico, que además de rozar la perfección tuvo un punto de suerte en los momentos decisivos que permitió un resultado tan abultado. Abultado y engañoso, pues no fue tan fácil como anuncia. De hecho, el partido duró dos horas, mucho más de lo habitual cuando se disputan 25 juegos.
Y es que Federer tuvo hasta nueve bolas de break y no concretó ninguna. Murray tuvo diez y acertó en cinco. El suizo tuvo dos bolas de break nada más empezar, presagio de lo que ocurriría durante el resto de la final.
Con empate a dos Murray encadenó nueve juegos consecutivos que le permitieron llevarse los dos primeros sets. Uno de ellos, fundamental, el más duradero, fue en el que sacaba para ponerse 3-0 en la segunda manga. Ahí Federer tuvo hasta seis bolas de break para volver a meterse en el partido.
Pero Murray exhibió una mentalidad de hierro y desgastó al suizo, que ya no volvería a recuperarse.
Así, Federer, cuya participación en Río parece casi imposible, se retirará sin un oro olímpico en individual. En dobles ya ganó con Wawrinka en Pekín.