La Argentina de Lionel Messi estará este domingo ante una oportunidad tal vez única en su historia de levantar la Copa Mundial frente a la poderosa Alemania en el mítico estadio Maracaná, en pleno corazón de territorio enemigo y templo del fútbol brasileño.
No hubo ni habrá evento más importante en la historia del deporte de su país si Messi levanta la tercera Copa del Mundo para la Albiceleste en un Maracaná plagado de argentinos, con el fondo de los morros y el Corcovado, símbolos de Río de Janeiro.
"Jugaremos el partido más importante de nuestras vidas con esta camiseta. Mis sueños y mis ilusiones se están viendo cumplidos gracias al trabajo y el sacrificio de todo un plantel que lo ha dado todo desde el primer día y que ha creído que se podía. Pero el sueño no ha acabado, ¡mañana queremos ganar y estamos preparados para ello!", escribió Messi en su página de Facebook.
Decenas de miles de argentinos han llegado a Río de Janeiro para asistir a la gran final en el Maracaná y un gran número se arriesgó a viajar sin entrada para ser protagonistas de un eventual festejo.
La avalancha albiceleste ha tomado el Sambódromo, el famoso corredor de los desfiles del Carnaval, y la playa Copacabana, otros de los sitios emblemáticos de Río de Janeiro.
Igual que Messi, saben que este domingo es el día, que no habrá otro, pero Argentina se enfrenta a una verdadera máquina, tal vez el mejor equipo del Mundial, que trituró al anfitrión, Brasil, en semifinales (7-1), ahogándole el sueño de la sexta corona y la primera en casa y en el Maracaná.
Pero Alemania tiene además hambre de gloria que no sacia desde 1996, cuando ganó la Eurocopa en Inglaterra, contra un rival también necesitado de éxitos, que no logra nada con su selección absoluta desde que ganó la Copa América de Ecuador-1993.
En un partido con condimentos especiales, será la tercera final entre ambos, la más repetida en la historia de los Mundiales, con un triunfo para cada uno. Ahora toca el desempate.
El primer choque finalista se produjo en México-1986 con triunfo argentino por 3-2 en el estadio Azteca y la Mannschaft se tomó la revancha por 1-0 en el siguiente Mundial, en Italia-1990.
"Esa jauría de lobos"
"Argentina es excelente y merece estar en la final. Messi, (Ángel) di María, (Sergio) Agüero y (Javier) Mascherano, que es como el líder de esa jauría de lobos", subrayó el centrocampista Bastian Schweinsteiger.
La Albiceleste se "convirtió en una jauría de lobos" cuando el seleccionador Alejandro Sabella metió mano en una defensa famosa por su inseguridad y, con los ingresos de Martín Demichelis, en defensa, y de Lucas Biglia, en el centro del campo, para ayudar a Mascherano consiguió un equilibrio que transformó a su equipo en el que menos goles ha recibido, tres hasta ahora.
Atrás quedaron los cuatro fantásticos, que asustaban pero no concretaban: Messi amagó con convertirse en el mejor del Mundial con cuatro goles en tres partidos en la primera fase, pero ahí frenó, mientras que Agüero se lesionó, igual que di María, aunque éste anotó ante Suiza en octavos, y Gonzalo Higuaín, que convirtió el suyo en cuartos y también paró.
"Hay que hacer el partido perfecto", indicó Sabella en una rueda de prensa el sábado, prometiendo "entregarlo todo por el compañero y por la camiseta argentina". Sabella alude a la necesidad de que Argentina no cometa errores y duplique los esfuerzos en la gran final. "Hay que tener una gran concentración, ocupar los espacios y ocuparlos muy rápido, no arriesgar el balón en zonas donde no hay que arriesgarlo", explicó en referencia al plan para intentar frenar al equipo más goleador del certamen.
Pero Argentina arranca en desventaja porque tiene un día menos de descanso y ha jugado media hora más que su rival en la semifinal que definió en la tanda de penaltis ante Holanda. Y si ello es una desventaja en una final, contra Alemania se convierte en un peligro.
Romper la hegemonía latinoamericana
Su colega alemán, Joachim Löw, sostiene que su equipo puede hacer historia si logra quebrar la supremacía de los latinoamericanos, que han ganado los seis Mundiales jugados en la región. "Sin importar todo lo que ha pasado en el pasado, es cuestión de ganar ahora, y sabemos que evidentemente podemos hacer historia porque en el pasado los latinoamericanos dominaron siempre su territorio", dijo Löw en una rueda de prensa el sábado.
Uruguay-1930 (campeón Uruguay), Brasil-1950 (Uruguay), Chile-1962 (Brasil), México-1970 (Brasil), Argentina-1978 (Argentina) y México-1986 (Argentina), marcaron la sucesión de los títulos ganados en su patio por las selecciones latinoamericanas.
"Los sueños y las ilusiones" de Messi pueden convertirlo este domingo en una leyenda ante quien se tendrá que rendir hasta el mismo Diego Maradona.
Llueve sobre mojado
Y mientras todo el mundo del fútbol sigue minuto a minuto los movimientos de los finalistas, Holanda se quedó el sábado con el tercer puesto del Mundial-2014 al golear por 3-0 a un alicaído Brasil, que volvió a defraudar a su público.
El partido de consolación, que la mayoría no quiere jugar porque significa haber perdido en semifinales y haber quedado fuera de la lucha por el título, fue un nuevo martirio para el once de Luiz Felipe Scolari, todavía golpeado por la humillante derrota por 7-1 frente a Alemania del martes.
Y Holanda, que venía de caer en los penaltis con Argentina, también se aprovechó de Brasil y lo despidió de su Mundial con otra goleada en contra.