Vestida como sacerdotisa Katerina Lehu acompañada de 14 jóvenes, encendió el fuego que dentro de 100 días y una semana comenzará a arder en el estadio olímpico de Río de Janeiro.
Conforme al tradicional protocolo, establecido desde 1936, el acto se basó en la mítica leyenda del momento en el cual Prometeo robó el fuego del poderoso Zeus y se lo pasó como un regalo a la raza humana.
La gran sacerdotisa y sus vestales capturaron los rayos del sol en un espejo parabólico ante el templo de Hera en Olimpia, el lugar donde se celebraban los Juegos de la antigüedad.
La llama que surgió de la gran lupa encendió la antorcha que pasará por 450 relevistas y atravesará Grecia en un trayecto de más de dos mil kilómetros, el recorrido incluye la ciudad de Maratón y la isla de Corfú y que acabará en el estadio Panathinaiko de Atenas.
El primer relevista en Grecia fue el gimnasta Lefteris Petrunias, campeón del mundo de anillas, quien entregaría después la antorcha a la leyenda del voleibol femenino brasileño Giovane Gavio, campeona olímpica en 1992 y 2004, hoy directora del voleibol en los Juegos de Rio.
Pero el más aplaudido será seguramente un anónimo refugiado sirio que perdió una pierna en la guerra que devasta su país, y su imagen recordará al mundo el drama de los refugiados, la crisis migratoria más importante desde la Segunda Guerra Mundial.
A partir del 27 de abril, la antorcha se embarcará en una gira de 95 días por Brasil, visitando 83 ciudades, 26 capitales de los estados y 500 pueblos.
El relevo de la antorcha se estima que alcanzará a ser visto por el 90 por ciento de la población de Brasil al tiempo que cubrirá alrededor de 20 mil kilómetros por carretera y por vía aérea 16 mil.
De acuerdo a los organizadores, habrá unos 12 mil relevistas de la antorcha, y terminará en el estadio Maracaná de Río de Janerio el 5 de agosto en la ceremonia de apertura de los Juegos.