En 4 décadas la población mexicana registró un envejecimiento superior al 122 por ciento, lo que debe generar alerta ante la necesidad de atender a ese grupo poblacional, porque se convierte en un problema demográfico latente en la sociedad mexicana.

A decir del director general del Medio Universitario de la Ibero Puebla, Alfredo David Castillo Romero, en México, en 1980 las personas de 60 años y más representaban el 5.4 por ciento de la población y en 2020 el 12 por ciento, es decir, ahora son 122 por ciento más.

De acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Estadística E informática (INEGI), para el año 2010 era del 7.3 por ciento y en 2010 alcanzaba el 12 por ciento, sin embargo, la alerta es que el 2050 la población mexicana mayor de 60 años será del 21.5 por ciento.

Para el caso del Estado de Puebla, dijo el académico, la población adulta mayor representaba el 12.2 por ciento de la población en 2020 y se espera que para el 2050 represente el 21 por ciento de la población.

“Los datos muestran que la población de 15 años o menos pasó del 46.2 por ciento en 1980 al 29.4 por ciento en 2015, es decir que, pasó de casi la mitad a la tercera parte del total nacional".

Esas proyecciones, reveló, no suelen ser consideradas en los planteamientos gubernamentales, porque su urgencia no es evidente, pero sus consecuencias ya se hacen sentir en la cotidianidad social.

Lo que viene en México, dijo el experto, es un reto mayúsculo, porque significa un incremento constante en la proporción de población de 65 años y más, asimismo, supone la necesidad de transformaciones en la infraestructura y en la forma de hacer y ser de la sociedad.

“Tendremos que pensar los edificios, calles y accesos para personas con mayores dificultades en movimiento, lo que implica también, un aumento considerable de los servicios médicos para la atención de las enfermedades crónico-degenerativas, además de las cardiovasculares y el cáncer".

Lo anterior, supone el incremento, de inmediato, de la demanda de educación media superior y sobre todo de trabajo para esos sectores que entrarán ya en la edad productiva.

Y es que, dijo, las personas entre 20 y 50 años que no logren consolidar una vida laboral productiva difícilmente podrán enfrentar en los próximos 15 a 35 años la vejez en condiciones de independencia y dignidad.

Castillo Romero, recordó que durante muchos años fuimos una sociedad acostumbrada a considerarse joven, donde la presencia de los niños era el factor más significativo, pero en el último cuarto del siglo XX se consolidó la transición demográfica.

Dijo que, pasamos de ser un país de alta fecundidad con alta mortalidad y baja esperanza de vida a uno de baja fecundidad, con baja mortalidad y una relativa alta esperanza de vida.

Por eso, es fundamental tomar en cuenta el proceso de envejecimiento poblacional en el que nos encontramos para garantizar condiciones de autonomía y dignidad de las personas mayores.